METALITERATURA

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Entrevista Liliana Heer

11/21/2012 Interesante

En referencia a la presentación en las Jornadas de Macedonio, en Malba, puesta en escena de la escritora Liliana Heer

Por:   Milanese Julia
 

Entrevista a Liliana Heer en el marco de las Jornadas Macedonio Fernández

 

LILIANA HEER, es escritora y psicoanalista. Dirige junto a Arturo Frydman las Jornadas de Literatura y Psicoanálisis Autopistas de la Palabra en la Biblioteca Nacional. Dictó conferencias y participó en encuentros literarios nacionales e internacionales Algunos de sus textos fueron traducidos al inglés, italiano, francés y serbio. Escribió guiones para cortometrajes (Dibujar un elefante en base al recuerdo de los mirlos, dirigido por Rubén Guzmán), relatos (Dejarse llevar), novelas (ganó el premio Boris Vian 1984 por su novela Bloyd), ficción crítica (El texto secreto de Joyce) y poesía (Verano Rojo). Para las Jornadas Macedonio Fernández organizadas por el Instituto de Literatura Hispanoamericana de las Facultad de Filosofía y Letras (UBA), la Biblioteca Nacional y MALBA-Fundación Constantini, escribió y dirigió una obra de teatro: “Para empezar aplaudiendo: sin apremio por concluir”.

 

Créditos

 

Guión                                       LIliana Heer

Lectura e interpretación              Marcelo Savignone

Música                                     Cecilia Campos

Proyecciones                            Edith D´Imperio

Asistente proyeccionista            Macarena Cordiviola

Ambietadora                              Lina Boselli

Asistencia actoral                      Eva Rodríguez

Luces                                       Luciano Cohen

Asistente de dirección                Aníbal Villa Segura 

Dirección                                   Liliana Heer

 

 

JM: ¿Cómo nació la propuesta de presentar “Para empezar aplaudiendo: ‘Sin apremio por concluir’” en el marco de las Jornadas Macedonio Fernández?

LH: La invitación de Roberto Ferro a participar en las Jornadas generó en mí un efecto singularmente entusiasta. Releí en desorden poemas, cuentos, ensayos  y novelas, sabiendo que la falta de apremio precipitaría alguna felicidad.  De allí surgió el primer título  “Sin apremio por concluir” seguido por “Primer acto apresurado por detener al segundo”.            “Para empezar aplaudiendo”, fue casi un comentario, un aditamento al guión cuando ya estaba escrito, una humorada por la soltura con la que se habían ido desencadenando las voces. 

JM: En la puesta en escena, a diferencia de las ponencias donde Macedonio es tema, el autor se hace materialidad, ¿cómo trabajaste con esa materialidad en el proceso creativo?

LH: Fue una experiencia con ansias subterráneamente miméticas, sentí deseos de contagiarme como los espectadores del epígrafe de “Historia de la guerra total”. Conservaba el recuerdo de las dos cocineras dando fin a un ave comestible y otras escenas salpicadas de ingenio. Las frases de Macedonio resonaron en mí colocándome en ese estado que Néstor Sánchez solía describir cuando “la escritura nos es dada”. 

JM: La obra presenta una escenografía divida, una variedad de personajes en la voz de un solo actor, una guitarrista que no para de silbar cuando se anuncia. Es una obra sobre una obra que no está escenificada, ¿se relaciona esto con los prólogos donde Macedonio va escribiendo una novela siempre diferida?

LH: En cierto momento Imaginé una sala dividida por un cortinado oscuro. De un lado estaría Macedonio contemplativo, recostado en una zorra entre almohadones tocando la guitarra.  Del otro lado, quienes pretendían homenajearlo.  Al comienzo las voces no tenían nombre, sentados y de pie los discípulos conversaban, discutían ensayando detrás del cortinado sin atreverse a correrlo. Un juego inverso al que contaban los amigos de Macedonio, dando pasos y deteniéndose para terminar apareciendo.

Trabajar con Marcelo Savignone fue disponer de una usina de caracteres, tonos, experiencias, sutilezas.  Me fascinó su interpretación en Hamlet por Hamlet obra de la que es, además, autor y director. Nadie habría podido actuar mejor “Para empezar aplaudiendo”.

  Y si tus personajes llevaran los nombres que les habría puesto Macedonio - me preguntó Savignone después de leer el texto.  Entonces precipité el bautismo, las dos mujeres se llaman Layda y Tantalia y los tres hombres: El Bobo, Desandar y Aspirante a genio.

 Rápidamente el zapallo se hizo cosmos en una progresión atrapante. Es innegable el magnetismo que ejerce Macedonio. 

En cuanto a Cecilia Campos, experta en música incidental, ante la propuesta de participar investigó sobre compositores, temas y acordes preferidos por Macedonio hasta obtener texturas afines. Logró un íntimo acompañamiento actoral a través de la amalgama Ramaninoff, Shumann, el Mono Villegas y Juan Carlos Paz entre otros.

  Las imágenes de Edith D´Imperio dieron a la pieza una densidad inmensurable, por momentos  objetivista, por momentos lírica. Esa alquimia, producto de una insólita mixtura de objetos, sustancias e imágenes dinámicas, entra en diálogo con el decir del actor, sus movimientos y la música. El resto no fue silencio, los asistentes  -Lina Boselli,  Eva Rodríguez, Macarena Cordiviola y Aníbal Villa Segura enriquecieron la acción, Luciano Cohen se encargó de las luces y el grupo platense Wolframia Producciones Audiovisuales filmó con varias cámaras la obra. En breve dispondremos de esa documentación.

 

JM: Mucho se habló en las ponencias sobre la mujer en las obras de Macedonio y me preguntaba quién era esta mujer/máscara/hombre que aparece en escena.

 

LH Esa mujer es La Eterna, una mujer hacia la que Macedonio narrador llama de distintas maneras, siempre con ternura y delicadeza inigualable. Marcelo Savignone vestido de mujer utiliza una máscara balinesa y hace vivir el mito. Aura en escena; estoy segura que de haber sido espectador, Benjamín se habría estremecido.