Sátira y parodia como armas polémicas

11/13/2007 De novelas
Sátira y parodia como armas polémicas en el espacio literario argentino de los años 40. Seis problemas para don Isidro Parodi de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
 
Por:   Ferro Roberto
Borges comienza a escribir narraciones tardíamente; cuando en 1935 aparece Historia universal de la infamia, ya se habían publicado varias de sus obras, tanto de poemas como de ensayos, además de una biografía de Evaristo Carriego. Historia universal de la infamia compila una serie de relatos aparecidos en el diario Crítica, uno de ellos es la reescritura de una historia de compadritos aparecida en la revista Martín Fierro en 1927, con el título de “Leyenda policial”, luego recogido en El idioma de los argentinos como “Hombres pelearon” y en Crítica como “Hombres de las orillas”. El título definitivo con el que lo incluye en la edición de 1935 es “Hombre de la esquina rosada.” Uno de los aspectos más llamativos de ese cuento, cuyos antecedentes permiten pensar en una especie de iniciación de la escritura narrativa borgeana, es que en su versión definitiva, la intriga está articulada en torno del relato de un narrador que va diseminando indicios acerca de un crimen que él mismo ha cometido y al que alude sólo de manera diagonal, procedimiento propio de la narrativa policial y que el lector debe desentrañar atendiendo a las señales que se diseminan en el texto. Como Borges afirma en la biografía apócrifa “Examen de la obra de Herbert Quain”: Ya aclarado el enigma, hay un párrafo largo y retrospectivo que contiene esta frase: Todos creyeron que el encuentro de los dos jugadores de ajedrez había sido casual. Esta frase deja entender que la solución es errónea. El lector inquieto, revisa los capítulos pertinentes y descubre otra solución, que es la verdadera. El lector de ese libro singular es más perspicaz que el detective. En el comienzo de su narrativa, Borges se sirve de un entrecruzamiento constructivo con el policial para aludir a uno de los ejes centrales de su poética: la ficción se instala siempre en el porvenir y configura sus sentidos posibles para un lector que sólo está presente en una escena virtual; estableciendo, además, algunas correlaciones que han sido muy productivas para pensar la actividad de la crítica literaria en paralelo con el rastreo de indicios que caracteriza a los detectives. Junto la narrativa ficcional, Borges exhibe su interés sobre el género policial en artículos ensayísticos, como “Leyes de la narración policial” publicado en Hoy, en setiembre de 1933 y retomado en “Modos de G.K. Chesterton”, en Sur de 1936; y también en sus reseñas de El Hogar, donde los escritores del género comparten el espacio con los nombres más prestigiosos de la literatura contemporánea. A partir de 1939, su narrativa comienza a desplegar su época más fecunda, que abarcará los cuentos recogidos en Ficciones y El Aleph. La década del cuarenta fue el espacio en el que Borges, sirviéndose del género policial, entabla una ardua polémica que será decisiva para la constitución del canon literario vigente hasta la actualidad en la literatura argentina. Es posible pensar que los años cuarenta son el escenario en el Borges juega una operación crítica de imposición de un conjunto de valores que confronta con los de la literatura realista, en cualquiera de sus variantes miméticas. En esa confrontación es acompañado por Adolfo Bioy Casares con quien comparte una notable de diversidad de posiciones en el campo intelectual que apuntan a privilegiar el género policial como modelo narrativo. La valoración del carácter deliberado y convencional del policial frente a la motivación realista, es el común denominador de esa operación crítica que por su extensión, intensidad y resultados no tiene parangón en la literatura argentina. (CONTINUA...puede bajar el archivo completo)
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