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La verdad entra y sale por la puerta de los diario

2/20/2005 Comentarios
Exhiben una muestra de Lan, reconocido caricaturista de Brasil. Ayer cumplió 80 años y los celebró con una fiesta en Río de Janeiro Sus dibujos se publican en O Globo Es admirador de Quino y considera que el dibujo tiene una misión educativa
Por:   La extraña
 
Es el caricaturista más reconocido de Brasil. Ayer cumplió 80 años de edad y con casi 60 dedicados a la caricatura, el humor y el arte, Lan -nacido italiano, pero que se reconoce "porteño y carioca"- presenta en la Argentina hasta el 6 de marzo la primera muestra de sus dibujos en el Centro Cultural Recoleta. Al definirse como periodista gráfico, el caricaturista brasileño, en una charla amena con LA NACION, dice que "la verdad del mundo entra y sale todos los días por la puerta de un diario". Y agrega: "Nuestro trabajo es desdramatizar cualquier tipo de tragedia". En el Centro Recoleta presenta 63 trabajos, que van desde sus reconocidos dibujos de jugadores de fútbol de los años 50 hasta sus pulposas y curvilíneas mulatas de la actualidad. O Globo, el conglomerado de medios más grande de Brasil y uno de los mayores de América latina, lo contrató hace dos años, a los 78, para su diario, según cuentan sorprendidos en el área cultural de Petrobras, que lo trajo a la Argentina como parte de su programa cultural. Fiesta carioca Anoche, Lan celebró su 80° cumpleaños con una fiesta para más de 500 personas en Brasil, con invitados VIP y también bailarines de la escola do samba Velha Guarda da Portela, en pleno centro de Río. Por pantalla gigante, la gente siguió los festejos desde el teatro João Caetano. Lan admira, entre los más destacados nombres del humor político y la caricatura de nuestro país, a Quino. "Es mi ídolo. Yo recortaba sus dibujos. Hice enmarcar una ilustración de Quino que mostraba -en una ciudad destruida por las bombas-, a un soldadito trepado a unos escombros, en una casa, con un clavo y un martillo tratando de colgar un crucifijo en un pedazo de pared que aún quedaba." Quizás el gen que lo condujo con poca causa y mucho azar a la caricatura esté en su origen. Nació en Florencia con el nombre de Lanfranco Aldo Ricardo Vaselli Cortellini Rossi Rossini, y aún adolescente llegó al Uruguay, donde se quedó. Su padre fue un artista convocado por Toscanini que, por imposición familiar, cambió la música por la venta de zapatos. Las primeras caricaturas de Lan buscaban ridiculizar a los más odiados profesores de la escuela secundaria. Más tarde, en Buenos Aires, trabajó para Rico Tipo, Caras y Caretas, Pebete y Goles, nombres grabados a fuego en la historia de las revistas argentinas. Con picardía, Lan dice: "Eva Perón fue mi jefa", pues trabajó aquí en tiempos de rígido control sobre la prensa. Cuando habla en español, mientras mezcla expresiones del lunfardo y del portugués, Lan exhibe esa sabiduría que dan los años y la calle. "La cultura popular sólo se encuentra en el suburbio, la calle y el boliche. El resto es universal, como el Teatro Colón y La Scala". Las curvas de las mujeres -según confía- fueron marcándole el rumbo por las ciudades que señalaron su destino. Por eso, tras estudiar con Divito y trabajar durante cinco años en Buenos Aires, se radicó en Río. Fue amigo de Discépolo y de Tom Jobim; conoció y admiró a Troilo y a Astor Piazzolla. Disfruta el tango tanto como el samba, y su discurso se vuelve intenso cuando habla de las escolas que hacen estallar el carnaval en la avenida Rio Branco, de Río de Janeiro, embellecida en todo su recorrido con los dibujos de Lan. Se dedica a la crónica tanto política como de costumbres. "Me gusta hacer autocrítica sobre nuestro comportamiento en relación con la ciudad en la que vivimos. Así como nos gusta vivir en una casa limpita, tenemos que aprender que la ciudad es la casa de todos y también hay que cuidarla." Está convencido de que "hay una forma de educar en el dibujo. Cuanto mejor es el ciudadano, mejor elegirá a sus representantes". Conocedor del humor, tanto de argentinos como de brasileños, dice que la diferencia entre ambos está en que estos últimos "se ríen de todo, hasta de sí mismos". A los 80 recién cumplidos, opina que su oficio tiene larga vida, a pesar del embate de las nuevas tecnologías: "La caricatura no va a morir jamás como arte figurativo. Mientras haya dos tipos sobre la Tierra, uno siempre va a querer joder al otro".