METALITERATURA

Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes 2021.



El Narrador policial en la era actual

6/10/2022 Interesante

Las últimas novelas publicadas por el escritor Roberto Ferro, se inscriben en la tradición de la novela policial y de suspenso; con figuras, formas y registros que adhieren a escrituras como Georges Simenon, Ricardo Piglia,  Rodolfo Walsh,  entre otros –algunas pistas se podrán encontrar, incluso en los títulos. 

Por:   Abregú Ana
 

De tendencia realistas, en un derrotero no solo geográfico –Florencia, Italia y diferentes ciudades en Argentina, Uruguay– sino de importantes nombres de diferentes fuentes, con punto de fijación en una oficina –en la galería Güemes, ya emblemática, en Capital Federal.

Jorge Cáceres, un buscador de libros raros, de mirada estrábica, en un espacio estrecho, pero enorme en contenido de libros y bibliotecas; que a su vez, constituye el material narrativo y vehículo de elementos imaginarios, corroborados por hechos del mundo literario, político, que conforman una constante activación de la ascendencia literaria, elementos reconocibles, líneas argumentales analíticas, operaciones intelectuales que concatena con acciones de la realidad: reunión de recuerdos, conversaciones, fotos, vivencias, delaciones, que eluden organizar la resolución en alguna perspectiva de única dirección, sino más bien un panóptico; donde el componente azar –que nos recuerda a la literatura de Paul Auster–, funda un aspecto nuevo en la tradición detectivesca: no es siempre el detective –buscador de libros raros– el que arriba a la resolución; y por otra, la diseminación de pistas, no en función del crimen o delito, sino en la deriva de la biblioteca misma de Cáceres y su relación con particularidades del género, introduciendo la dimensión ética y social de la exterioridad del caso mismo, mutando la característica del investigador excéntrico por la del buscador de libros excéntricos, a quien es el delito mismo el que interpela, a través de su profesión, y lo involucra de casualidad; Cáceres se introduce en las tramas convocado por la guía o deformación del campo de interpretación, los libros; y el elemento opositor, por momentos, es el propio razonamiento de Cáceres que discurre entre argumentos y entrecruzamientos con la realidad de los acontecimientos. El esquema de acumulación de pistas, desde diversas fuentes, como el arte, la pintura, herencias literarias; aspectos que remiten, con cierta melancolía, a una materialidad dentro del mundo de Cáceres, sobre todo porque ha pasado parte de su vida en Florencia, la cuna del Arte, y a su vez, ciudad italiana, el centro neurálgico de la fe católica, lo que no deja propósito sin tocar, actuales y antiguos; testimonios de escritores que han dejado una huella en textos publicados, imán para un experto, casi crítico.

La narración transcurre permeada por la voz narradora; Cáceres escribe notas, que luego vuelca en relatos novelescos, cede la palabra a una serie de personajes que toman el rol de curadores de sus notas, que vienen a funcionar como un vehículo en el que la mirada externa toma decisiones sobre las notas y sus significados, se permite una situación interesante: neutralizar el carácter aleatorio del género Diario, o notas personales, enfocándolas en una visión interior, de sesgo literario, y de allí, el montaje de elisiones e interpretaciones e incluso la situación de voyeur en la biografía del propio Cáceres; en donde las soluciones a los enigmas, interceptan con el objeto de interés de Cáceres: la búsqueda de libros, y el juego entre que lo que está perdido –y por ello se busca– y el carácter de ocultamiento, toma una dimensión de objeto escondido a propósito, como si constituyera una clave importante en la investigación de los crímenes; lo que construye un hilo conductor, desde el presente al pasado de la razones de la pérdida u ocultamiento, que es una investigación en paralelo y que resulta en un proceso de historicidad de textos, autores, sucesos literarios y personajes que orbitan alrededor de ellos.

En los relatos, algo hay que recuperar, ya sea un libro, una historia, una verdad, un asesino; qué será primero o qué será verdad: es una incógnita a develar; la genealogía de la literatura de Ferro constituye ya un producto de esta época, sin necesidad de nombrar siquiera la tecnología, la dialéctica entre lo histórico, ontológico y los instrumentos de develación, la inferencia del trasfondo político y socio cultural, donde la intensidad escritural toma su lugar como si circulara entre el adentro y el afuera de Cáceres –y pudieran invertirse para descubrir un culpable–, son reconocibles a la manera de las búsquedas de esta época: una simple indagación de nombres, situaciones, sucesos que son de fácil recorrido en la Internet, nos proveerá de algunos recursos para acompañar la perspicacia del desarrollo –actividad que prolifera en esta época: la constatación con la realidad–, proponiendo un recorrido, no sólo temático, de suspenso, sino también escritural; donde hay modelos como el de Ezra Pound, aciertos y desaciertos que conforman otra experiencia narrativa que no se ajusta a un género.

En Roberto Ferro hay una aventura literaria, que se desajusta del género, y se vuelve metonímico; el narrador, a veces, un tal Roberto Ferro, amigo de Cáceres, más dotado para la escritura, ya que es crítico, pero también con el sesgo de la profesión: lo importante parece estar en otra parte, hay un lector, no un juez que quiere justicia; y a qué asistimos: a un duelo de astucias, la confrontación entre el lector que ya entra al texto con las pautas sobre el género, y al lector con atención especializada en los recursos, que son extensos, en la tradición novelística del suspenso y el policial, así como la sombra de los que incursionaron, punzaron, vencieron: Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia, Leonardo Padura.

Las novelas policiales o de suspenso de Roberto Ferro ya constituyen una zaga, de gran interés para lectores no necesariamente del género; se encuentran en digital, en papel, se compran en Amazon: Clic aquí para recorrer su obra

 

Roberto Ferro, escritor y crítico literario. Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, profesor e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras. Ha dictado cursos de posgrado en Uruguay, Brasil, Venezuela, México, Francia, España e Italia. Participa del Consejo Editorial de numerosas revistas académicas y literarias. Entre sus libros publicados están Lectura (h)errada con Jacques Derrida -Escritura y desconstrucción (1995), La ficción. Un caso de sonambulismo teórico (1998), El lector apócrifo (1998), Sostiene Tabucchi (1999), Onetti/La fundación imaginada (2003), De la literatura y los restos (2009), Derrida- El largo trazo del último adiós (2009), Fusilados al amanecer (2010), Textos y mundos (2015), Cortázar – Un nómada de otras orillas (2018) y El aparejo de un crítico (2021). Ha dirigido el volumen dedicado a Macedonio Fernández en La Historia Crítica de la Literatura Argentina (2007), y la edición crítica de Operación Masacre seguido de La campaña periodística (2009). También ha publicado las novelas El otro Joyce (2011), Los borradores de Macedonio (Una casi novela sin final) (2016), Fuera de Foco (2018), Desde aquella ventana (2019), Y tendrá tus ojos…(2019), El pozo de Funes, (2020), Todo viene del pasado, (2020)y La próxima puerta (2021).  Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, al portugués y al italiano. En 2016 fue distinguido con el Premio Konex a “Ensayo literario” por el período 2004-2013.

 





Ana Abregú.

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