El refugio |
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Mi vida vino a latir en otro cuerpo, aquel día entre pastos y nubes y soles escondiéndose con vergüenza en la tierra, mientras los trenes pasaban con una frecuencia sin tiempo. Las palabras sin rumbo aparente se escribían en un aire dulce. El flujo de ese texto a punto de escribirse, escrito desde siempre, nos miraba riendo por lo que sabía en secreto del enunciado callado. Silencios tenues y tus ojos revelándose, cuando el tiempo había dejado de ser lineal, y dependía de la alternancia de nuestras miradas esquivas susurrantes, animadas al miedo de ese tiempo que no se había inventado todavía. Gritaba mi alma callada, espera tumultuosa en el vértigo dibujado del beso, promesa iracunda erótica hermosa de baile de cuerpos esquivos de muerte, desconsolada alegría, inventando el mundo imposible al fin pronunciado |