Género Policial en América Latina

En “Literary history and literary modernity”, Paul de Man formula una de las paradojas centrales del arte moderno

Notas para una historia del género policial en América Latina Por Ezequiel De Rosso 0. La paradoja En “Literary history and literary modernity”, Paul de Man formula una de las paradojas centrales del arte moderno: el escritor moderno “cannot renounce the claim to being modern, but also cannot resign himself to his dependence on predecessors who, for that matter, were caught in the same situation.” Ser moderno es, entonces, articular de forma problemática un legado que se insiste en negar, pero que (como el mismo de Man afirma) cuanto más se rechaza, más fuerte resulta. Parece posible describir sobre la base de esta paradoja el estado actual de uno de los géneros característicos de la modernidad, y uno de los más fructíferos en la historia de la literatura latinoamericana: el relato policial. Tal vez por la vía de esta descripción logremos, al menos parcialmente, dar cuenta de los modos en los que la literatura latinoamericana imagina su historia y su contemporaneidad. 1.El género El policial es uno de los géneros cuyo origen puede datarse con mayor precisión. En efecto, la mayoría de los especialistas entienden que es con la trilogía policial de Poe (“Los crímenes de la calle Morgue”, 1841; “El misterio de Marie Roget”, 1843; y “La carta robada”, 1845) que comienza el género. Lo que Poe realiza en estos relatos es una condensación de rasgos que podían rastrearse en relatos y géneros previos. Hay en estos tres relatos el gusto por lo macabro e inexplicable (que viene tanto de la prensa amarilla como del relato gótico); la preeminencia temática acordada a la razón (que proviene de los “cuentos de razonadores”: Caleb Williams, Zadig) y el crecimiento de las ciudades representado como amenaza (temática que la literatura moderna, al menos desde Balzac, elaboraría una y otra vez) . Con variaciones de mayor o menor nota, esa condensación (esos temas, esa articulación) resultará eficaz hasta el día de hoy. En el comienzo del relato hay un crimen. Esto es: si hay policial es porque hay crimen. De esta verdad de Perogrullo se pueden sacar dos conclusiones que tal vez no sean tan obvias. Por una parte, el género se detiene en ciertos crímenes (en su abrumadora mayoría el asesinato, pero hay también algunos robos y secuestros). La naturaleza del crimen es, por lo tanto, extraordinaria. Por otra parte, el crimen no es, aquí, una entidad definida moralmente. Es decir, un crimen no es un pecado o una falta a la moral, es una infracción a la ley. Esta infracción a la ley pone en marcha al género. Desde que comienza el relato, el género policial convoca al Estado. Así es que el crimen (en la medida en que desafía al estado) pone en marcha una investigación policial. Pero la policía aparece siempre en competencia con el investigador, que desafía sus normas y sus métodos (hasta inclusive burlarse de ellos). La torpeza o la corrupción (dependiendo de la variante del género que se elija) caracteriza a los agentes del estado. El investigador del género es, en este sentido, un personaje que se define por su tensión con el estado y, en el límite, por su tensión con las formas más estables de las relaciones sociales. Así, el investigador, siempre está casi por fuera de lo social y, justamente por ello (inclusive cuando se trata de un policía), puede ver lo que nadie ve. El género construye una promesa enunciativa en torno de esta investigación. Alrededor del crimen y su develación, la enunciación del policial se estructura como una adivinanza . Este rasgo (reconocido por autores tan disímiles como Raymond Chandler y Rodolfo Walsh) constituye una promesa que siempre es algo ambigua: el lector quiere saber antes que el detective, pero a la vez espera que la solución por él adivinada no sea la correcta, de manera que la intriga central del relato (“¿quién es el asesino?”) persista hasta la revelación. Esta estructura enunciativa propone una verdad que será develada al fin del relato (quién cometió el crimen). La verdad del policial es, en este sentido, “cartesiana”: la razón revela la cosa, no la construye; el detective no cuenta lo que pudo haber pasado. En términos de Shelock Holmes, el investigador no hace conjeturas, lo que cuenta al final del relato es lo que pasó, no una hipótesis plausible. CONTINUA: Bajar archivo.

    Ezequiel De Rosso nació en Buenos Aires en octubre de 1973. Es licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Es docente de Literatura Latinoamericana en la carrera de Letras de UBA, y en la Fundación Universidad del Cine. En la Facultad de Ciencia Sociales de la UBA enseña Semiótica de los géneros contemporáneos. Prepara su tesis de doctorado sobre el género policial en América Latina. Ha publicado artículos en diferentes revistas y libros. En 2005 editó, prologó y anotó la antología Relatos de Montevideo. Es un lector algo obsesivo de novelas policiales y de ciencia ficción.

DESTACADOS

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

PERSONAJES

Electrónica de Enzo Maqueira

No creo en la eterna adolescencia. Ni en la vida ni en la música. El que se escuda ahí es porque se resiste a crecer.

 

[Juan Carlos Baglietto]

 

La novela se caracteriza por la compleja narración que combina la primera y la segunda persona para retratar la experiencia íntima y fragmentada de su protagonista, La profesora que se enamora del alumno adolescente. Este vínculo, más allá de ser una relación truncada, simboliza el cierre de una prolongada adolescencia propia de una generación de clase media argentina educada en los años 90. 

DRAMATURGIA

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

Dichas y desdichas del juego y devoción por la virgen por Ana Abregú

El teatro es un espejo que pone delante de los hombres a la realidad, con todas sus grandezas y sus miserias

[Lope de Vega]

 

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

[Williams Shakespeare].

 

Comedia alegórica con estructura del Siglo de oro español, y conexiones con el universo shakespereano. Comedia aurisecular escrita por Ángela de Azevedo, con la adaptación de Julieta Soria. En esta obra, el escenario se convierte en un tablero de juego donde el Demonio y la Virgen juegan con el futuro, simbolizando una batalla entre ambas fuerzas sobre el destino y la fe. La representación incluye elementos de juego y conflicto entre figuras religiosas, combinando temas de azar, fe y amor en la trama. También en contacto con El pleito del Demonio con la Virgen, de diversos autores, siendo la más común atribución a Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), importante dramaturgo del Siglo de Oro español.

 

El 24 a la noche de Andrés Terigi por Ana Abregú

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde.

El formato de esta obra relaciona tradiciones desde una perspectiva panóptica. El personaje que recibe al público remite a la frase “te voy a contar una de piratas”: la obra comienza con el ingreso del primer espectador, haciendo de este personaje un mediador o “guardián” lúdico del discurso teatral, que introduce al público en un mundo de ficción cargado de significados.

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