Borges y Joyce en la biblioteca de un autodidacta

Algunas de las historias que circulan en los bordes de la literatura argentina proliferan a partir de una única voz, por razones casi siempre enigmáticas esas historias se diseminan y permanecen. La conjunción de una cadena de modestas casualidades me colocó ante la posibilidad de oír un testimonio de primera mano que narraba un descubrimiento tan extraordinario como improbable.

Algunas de las historias que circulan en los bordes de la literatura argentina proliferan a partir de una única voz, por razones casi siempre enigmáticas esas historias se diseminan y permanecen. La conjunción de una cadena de modestas casualidades me colocó ante la posibilidad de oír un testimonio de primera mano que narraba un descubrimiento tan extraordinario como improbable. Jorge Cáceres heredó de un tío lejano una agencia de patentes y de marcas que funciona en las oficinas de la Galería Güemes; para equilibrar sus magras finanzas y quizá, también para atenuar el tedio que lo debe asediar en sus actividades profesionales desde hace muchos años se ocupa de la compra venta de libros raros. Una tarde del otoño pasado me confirmó la versión deshilachada que me había llegado en varias oportunidades y en los escenarios más disímiles. Atravesada por las deformaciones de mi memoria y mi deseo retomo su voz para referirla. Hace unos tres cuatro años un intermediario me ofreció un buen dinero para buscar una primera edición del Finnegans Wake; se trataba un volumen que perteneció a la biblioteca personal de Borges, en el que, al parecer, había dejado numerosas anotaciones críticas de puño y letra. Desde la perspectiva de quien estaba interesado en el libro, el asunto me pareció muy claro, era posible que fuera un crítico de relieve, o al menos con cierto prestigio, seguramente debía dictar clases en alguna universidad norteamericana, allí siempre hay generosos fondos en forma de becas, aportes de fundaciones y otras variantes por el estilo. El tipo hacía una apuesta a ciegas: a partir de algunos indicios firmes acerca de la existencia de una primera edición del Finnegans Wake anotada por Borges debió fabular con la posibilidad de armar un tomo crítico que le iba a permitir estampar su nombre junto a dos de las marcas de calidad literaria más indiscutidas del siglo XX. Luego con el volumen en la mano tendría que negociar con la gran viuda; apoyado en el aval de una editorial que asegurara un buen contrato y una participación considerable en los derechos de autor, podría estar seguro de conmover ese frágil corazón oriental que tanto ha hecho por la difusión de la obra del hombre que acompañó a morir a Ginebra. La idea me sedujo, revelaba una secreta construcción simétrica, Joyce había escrito el Finnegans durante casi diecisiete años, me fascinó pensar en un lector como Borges que durante mucho tiempo (yo especulaba en torno de un lapso que abarcaba casi quince años), haya buscado penetrar en los desfiladeros del sentido, insistiendo, variando y recomponiendo una y otra vez el texto y sus márgenes. Quizás estaba frente a una oportunidad única, ser testigo de un encuentro imposible, mis presunciones tenían la perfección de una epifanía: imaginaba poder atisbar una dimensión inapresable de la legibilidad. Movido por cierto vano entusiasmo y el deseo de construir una utopía portable que me incluyera, comencé a pensar en el ejemplar de Finnegans como en un nuevo Aleph, en el que si el azar me acompañaba iba a poder vislumbrar toda la literatura contemporánea aunque fuese apenas en una visión transitoria; con un anhelo secreto, me reservaba la ilusión de que si alguna vez la edición crítica se publicaba, entonces podría comprobar si mi mirada había alcanzado a registrar lugares inaccesibles para el compilador, a los que yo iba a poder considerar como un territorio personal y único. Pero las semanas fueron pasando y el Finnegans Wake no aparecía, yo había agotado todas las vías habituales y otras más arduas que se me fueron ocurriendo. Los pedidos de informes de la persona que me había encargado la búsqueda se hacían más frecuentes y no tenía nada para responderle; así de simple, nada, ni una pista inverosímil ni una referencia remota. Finalmente un domingo publiqué un aviso en los suplementos culturales del Clarín y La Nación, era un recurso desesperado, como tirar una botella al mar (dijo Cáceres con un gesto entre serio y sardónico). Elegí un texto breve y contundente: “Primeras ediciones en inglés de James Joyce. Compro ya. Pago inmediato”. Para conformarme pensé que de todos modos algo iba a aparecer, si no estaba relacionado con lo que rastreaba, al menos me serviría como beneficio de inventario para negocios futuros. CLIC AQUI para bajar el texto completo.

    Escritor y crítico literario. Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Profesor e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras. Ha dictado cursos de posgrado en Uruguay, Brasil, Venezuela, México, Francia e Italia. Ha participado del Consejo Editorial de numerosas revistas académicas y literarias. Dirigió Metaliteratura revista desde 1998. Entre sus libros publicados están Lectura (h)errada con Jacques Derrida. Escritura y desconstrucción (1995); La ficción. Un caso de sonambulismo teórico (1998); El lector apócrifo (1998); Sostiene Tabucchi (1999); Onetti/La fundación imaginada (2003); De la literatura y los restos (2009); Derrida y Fusilados al amanecer (2010); El otro Joyce (2011). Ha dirigido el volumen dedicado a Macedonio Fernández en La Historia Crítica de la Literatura Argentina (2007), y la edición crítica de Operación Masacre seguido de La campaña periodística (2009). Algunos de sus libros han sido traducidos al portugués y al italiano. Sus últimos libros se consiguen en Amazon, algunos títulos: El Pozo de Funes >a href="https://www.amazon.com/-/es/Roberto-Ferro-ebook/dp/B07SWQWRZ2/ref=sr_1_3?__mk_es_US=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=3UJ4MGASQLNTU&dib=eyJ2IjoiMSJ9.Iv_EN4Wj8EzsiKSVbsYrz7dOTpi2q6xfnr2EuAyPtI3BNzELqX3GwEgNCYJTs02OW2bnbQA0N7UF06QR0ocX0t_cAdWdR-FPBYOJJq1csP6Lf10Yhp_9wzuJv-4jbiNOjYGUqy19g-RxVVFNwXKErzm82ci0PjVhXlpBjnY5xjiZ_TSudP5gbQ3SUdSWK2OGZ1LMJ0DEY0UfwxI0fGLqhtJRBuFTyqmLi3pCEUGK9YA.3sCFUcy9FuaEQF0sjzyYNl-4u6Rc8XugzvU9hDwLHUc&dib_tag=se&keywords=Roberto+Ferro&qid=1732289041&sprefix=roberto+ferro%2Caps%2C273&sr=8-3">Desde aquella ventana Todo viene del pasado Y tendrá tus ojos Fuera de foco Entre otros. Roberto Ferro ha publicado 40 libros entre crítica, novelas, poesía, ensayos.

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

No te pierdas ésto

Gotas