El otro Joyce de Roberto Ferro

Cuando dos es más de dos:El otro Joyce de Roberto Ferro

 

El artificio radica en haber intentado montar un teatro de la fascinación construido sobre la convergencia de falsos espejos, como ventrílocuo aficionado he elegido dos personajes para armar una farsa y he creído que podría mover mi escritura tratando de revelar el secreto de un diálogo imposible.

 

Aquel que lee una crítica de una novela policial está demandando una delación. La crítica del policial implica algún modo responder a la exigencia de anticipar una revelación. Confesar el crimen. Gritar el lugar del cuerpo, señalar las marcas de la sangre y ponerle la gorra al policía, el sobretodo al inspector.

Enfrentarse al El otro Joyce es enfrentarse, en primera instancia, a un policial. Y siempre que uno se enfrenta ante un policial piensa que por participar de ese género hay caminos que obligatoriamente tendremos que recorrer. Error. Toda la literatura lleva en sí misma un crimen, aunque más no sea el de romper el silencio. En el policial lo que se hace es poner de manifiesto el cuerpo y esconder al culpable.

El otro Joyce es un texto que lleva consigo, desde el comienzo, una marca. Como Caín que tuvo que recorrer esta tierra con su marca en la frente, Cáceres anda por este libro con su estrabismo en los ojos. ¿Dato menor? No. Visión doble de una única cabeza. Por ese par de ojos truncados nosotros los lectores, vamos a tener que ir por las oraciones tratando de ver doble. Pero ese ver doble no implica ver una cosa duplicada. No, sería muy sencillo sino. Son ojos que al mismo tiempo ven dos cosas.  Ojos que rompen con la naturaleza de la visión. Quiebran la duplicidad. Ojos que se desvían y que son ocultados con lentes oscuros, que funcionan como el engranaje, la tuerca, de un texto que se arma allí donde los ojos comunes no pueden ver. El otro Joyce no es sólo un policial y eso lo distingue y lo separa del rótulo de los géneros, porque aquí en sus páginas no sólo hay un crimen. Roberto Ferro trabaja un lenguaje estructurado en una forma nueva de ver. Construye en su novela un sistema de géneros. No nos enfrentamos sólo a un crimen y sus pistas. La construcción del policial está hecha con herramientas diferentes. La disertación sobre la misma literatura, sobre, incluso, el mismo género pone en abismo a quien se atreva a entrar en la trama.

Esos dos ojos dependiendo de una misma cabeza, que como los del camaleón ven diferente, poseen la capacidad de arrancar más de dos planos dentro de un texto que se multiplica con tantos ojos.

Todo comienza con una búsqueda de un ejemplar  Finnegans Wake que alguna vez anotó Borges. Libro que hasta hoy no se ha podido traducir, novela a la que Borges tradujo con sus propios textos. Finnegans Wake, el libro de uno de los Joyce el que conocemos nosotros los que vemos en un solo ángulo. Pero Cáceres encuentra otro Joyce, el otro, uno que inevitablemente se cruza con su tocayo irlandés. Un Joyce extraño y un Joyce traidor relacionado con el nazismo. Un Joyce que hilvana la trama, que teje esa maraña textual que enreda y atrapa a los lectores de policiales.

Crimen, hay un crimen, pero ¿cuántas formas de leerlo? ¿Cuántas de comprenderlo? El otro Joyce no es sólo un policial, es un texto en el que hay que arriesgarse. Arriesgarse a leerlo no sólo con los ojos del otro, sino con los ojos de otro que posee algo especial, una marca que multiplica todo aquello que vemos. Para leer El otro Joyce no sólo, entonces, hay que estar atentos a una visión diferente, no sólo hay que activar el olfato para seguir las huellas de la sangre, ni estar preparados para que la literatura dentro de la literatura teja y desteja los caminos y las pistas, sino que hay que estar dispuestos a atrapar al detective. Pero ojo, una vez que lo atrapen, mantengan el secreto, porque sin secreto no hay crimen.

 

    Nació en Buenos Aires en 1989. Estudiante de Letras de la Universidad de Buenos Aires con orientación en Literatura Argentina y Latinoamericana. Estudió Bellas Artes en el IUNA. Trabajó como redactora y editora de la revista on-line Globuja. Actualmente es co-directora de la revista literaria La Mandíbula.

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

El corazón es habitar la experiencia y el ritmo

Pasquale Mesolella, I giorni della pandemia. Prato: Pentalinea, 2024.

 

[Este es tal vez uno de los libros más emocionantes en la obra de Pasquale Mesolella (Teano, 1949). Va dedicado a “tutte le persone, note e ignote, conosciute e sconosciute, vittime inermi ed innocenti del covid o della guerra ucraina”. A simple vista, puedo decir que se ve a un poeta desprovisto de artilugios del lenguaje y que consagra la escritura como si su mano fuese un sello de lacre. Un poeta que se ha convertido en un reportero de un tiempo álgido que no está tan lejos y que continúa a hacernos eco. Los primeros textos de esta colección corresponden a enero de 2019 y los últimos, como el prólogo, se remontan a septiembre de 2023]

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

No te pierdas ésto

Gotas