El artista en la época de su reproductibilidad técnica

Llama la atención empezar a leer una novela cuando ya se anuncia desde el principio que no tiene final. Perdón, una casi novela: Los borradores de Macedonio (Una casi novela sin final) escrita por Roberto Ferro y publicada en Voria Stefanovsky Editores en 2016. La negativa para clasificar a esta obra dentro de un género específico lleva a una visión fragmentada de aquello que podría llegar a pertenecer pero no lo hace. Casi adrede, la falta de cierre condice con la imposibilidad de poner fin a una vida, una trayectoria artística y un legado.

 

Victoria Berasaluce Guerra

“La escritura sin presente es siempre, ante todo, un movimiento tendido al porvenir”. (Ferro, Roberto)

Llama la atención empezar a leer una novela cuando ya se anuncia desde el principio que no tiene final. Perdón, una casi novela: Los borradores de Macedonio (Una casi novela sin final) escrita por Roberto Ferro y publicada en Voria Stefanovsky Editores en 2016. La negativa para clasificar a esta obra dentro de un género específico lleva a una visión fragmentada de aquello que podría llegar a pertenecer pero no lo hace. Casi adrede, la falta de cierre condice con la imposibilidad de poner fin a una vida, una trayectoria artística y un legado.

La idea de borrador, presente desde el título, deja al lector perplejo ante la insuficiencia de definición. Un libro que aspira a ser no más que un boceto, una prueba, indigno de operar bajo el nombre “novela”. Hay aquí cierta humildad de su escritor. Conociéndolo a Roberto, reconozco que esa humildad es también fingida. Como buen profesor, su primera lección es inculcar la autoestima en la escritura de sus alumnos y esa lección contradiría el subtítulo de esta novela: (Una casi novela sin final).

Solo quedan restos que “conmueven y excitan”, partículas que guían a los críticos hacia una obsesión por descifrar la obra de un autor a través de los remanentes que ha dejado su vida. Aparece aquí la vieja pregunta ya problematizada en el ámbito de las letras: ¿hasta qué punto pueden los detalles biográficos de un escritor, los fragmentos sobrevivientes a éste, ayudar a comprender su obra?

Esta casi novela articula dos historias que terminan en pos de un mismo objetivo: la búsqueda de la voz de Macedonio. Como la narración de un relato policial, se produce una investigación acerca del enigma de esa voz: si fue capturada, cómo y con qué fin. La relación entre la crítica literaria y el estilo policial desembocan en una persecución para “echar una luz diferente sobre la obra de Macedonio”. Aparece en esta historia un interesante entrecruzamiento de narradores (algunos testimoniales de la voz de Macedonio), entre ellos se encuentran: críticos literarios, coleccionistas y víctimas de fanáticos del arte que buscan eternizarlo.

Sin embargo, este proceso no es considerado por el crítico-narrador como un enigma, sino que son los objetos, la materialidad la que se pone a prueba ante intentos de plagios y complicidades. La competencia en la investigación es llevada a cabo por un círculo selecto de críticos literarios aficionados al escritor idolatrado.

El crítico-narrador se propone recuperar de las sombras a la figura de bajo perfil de Macedonio y reincorporarla a un canon mundial junto a Proust y Joyce. Injustamente marginado, el crítico-narrador se convence de revertir esta disparidad propulsada por una visión eurocentrista. La materialidad de los libros de Macedonio persiste pero sus lectores se han agotado. Macedonio no es más que un fantasma para aquel mundo erudito. No obstante, Macedonio ha probado ser una fuente de inspiración para escritores de la talla de Borges. Como precursor, ha sido casi relegado al olvido internacional.

Restos de la propia realidad del escritor Roberto Ferro se inmiscuyen en la historia: Puán, Noé Jitrik, el Instituto de Literatura Hispanoamericana, posiblemente para corroborar la hipótesis de cómo la vida se entromete inevitablemente en la escritura. Dos esferas imposibles de deslindar.

El artificio, el acto de fingir, es capaz de revivir una obra “inmensamente ajena”. El concepto de estilo pierde su original autenticidad, pasa a ser “una colección de estereotipos, automatismos y gestos mecanizados”. El estilo se vuelve así el fundamento de la copia. La transgresión de la copia pasa de ser una imitación a ser la esencia misma, la identidad unívoca de aquella voz perturbada. De esta manera, se produce en la transferencia de identidad la imposibilidad de establecer la autenticidad.

Aquella voz está atravesada por múltiples presentes. Macedonio fue leído, se lee y se leerá. Macedonio fue influenciado por lecturas e influirá en otras escrituras. El escritor absorbe de esas multiplicidades el material para su obra futura. Roberto Ferro ha transcurrido por un mismo camino, lo demuestran las citas e intertextualidades en su casi novela y la mentalidad de teórico literario que imprime en sus ideas.

La obra de Proust, En busca del tiempo perdido, ejerce una fuerza sobre el relato de von Hoffman. A partir de las grabaciones y de la lectura de los cuadernos, se recupera en el presente una voz del pasado. Del desdoblamiento del yo surge una contradicción fundamental que sugiere que esa voz personal ha sido capturada por una máquina para dividir al individuo y reproducirlo a través del tiempo, asimismo, esa división no se constituye en otredad porque la copia es perfecta. Los resabios de una voz buscan resistir los embates de una época que anticipa el fin de la cultura oral. Serán acaso restos de una obra y de una vida, y considerados en ese sentido, no pueden jamás aspirar a una completitud pero sí a un artificio de imitación perfecto. El cuestionamiento del investigador apunta a la fidelidad de la trascripción.

Yo diría que no estamos transitando la última etapa de la cultura oral y que siempre los lectores querrán conocer las obras a través de las voces de sus hacedores. La potencia de cada sonido traducido a palabra logra la contemplación serena de un alma que piensa en cómo, a pesar de la evolución histórica y como dijo alguna vez la actriz Helen Mirren en una entrevista: estará siempre profundamente arraigado en el ADN del ser humano, querer escuchar historias.

 

 

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

El corazón es habitar la experiencia y el ritmo

Pasquale Mesolella, I giorni della pandemia. Prato: Pentalinea, 2024.

 

[Este es tal vez uno de los libros más emocionantes en la obra de Pasquale Mesolella (Teano, 1949). Va dedicado a “tutte le persone, note e ignote, conosciute e sconosciute, vittime inermi ed innocenti del covid o della guerra ucraina”. A simple vista, puedo decir que se ve a un poeta desprovisto de artilugios del lenguaje y que consagra la escritura como si su mano fuese un sello de lacre. Un poeta que se ha convertido en un reportero de un tiempo álgido que no está tan lejos y que continúa a hacernos eco. Los primeros textos de esta colección corresponden a enero de 2019 y los últimos, como el prólogo, se remontan a septiembre de 2023]

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

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