Juan Villoro, Horacio Convertini, Eduardo Sacheri en la Feria del libro 2018

En el marco del encuentro de Diálodo entre escritores Latinoamericanos, Feria del Libro 2018, 44 edición.

-Y eso... -vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra-...Eso es el fútbol.

                                               Del cuento "Viejo con árbol", de R. Fontanarrosa

 

No miro fútbol; es decir, puedo seguir un partido sin perderme y saber de qué trata el juego y reconocer incluso algunos jugadores y equipos. Pero no mucho más que eso, y no porque le reste valor, no me interesa. Tampoco es una cuestión de género. Hay muchísimas mujeres fanáticas; sin ir más lejos, mis hermanas, que se escriben entre ellas, y a toda la familia, alentándose y sufriendo cada vez que Boca y Tevez salen a la cancha; u otras tantas que no solo saben y hablan con propiedad de fútbol sino que también lo juegan.

Por eso asistí con curiosidad a la mesa temática "Poética del fútbol, pasión de multitudes", con la participación de Eduardo Sacheri y Juan Villoro, un encuentro que convocó a sala llena y que además inauguró el ciclo de Diálogo de Escritores Latinoamericanos.

Para comenzar, antes de que se iniciara la mesa, pensar en el enunciado del título y la inserción de la palabra poética. La he entendido y parafraseo al Diccionario, como la construcción que permite describir, clasificar o analizar una obra de arte o una creación literaria. ¿Era posible una poética sobre el deporte? ¿Es que de pronto se inscribía el fútbol en ese distintivo artístico? ¿De qué se podía hablar que no fuera contar sobre el juego o las implicancias comerciales?

Juan Villoro ha escrito sobre el fútbol: Los once de la tribu (1995), Dios es redondo (2006) y Balón dividido (2014); Eduardo Sacheri publica su primer libro: Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, en el 2000 y luego La vida que pensamos, cuentos de fútbol (2013) y El fútbol, de la mano (2017). Ambos son hinchas "apasionados", Villoro del Nexaca mexicano, Sacheri del Rojo, y además son escritores. Muy buenos escritores.

Entonces fueron convocados para hablar de lo que más les gusta: el fútbol y la literatura -y no necesariamente en ese orden porque no hay jerarquía para ellos en esas dos pasiones- sin interrupción, por noventa minutos muy bien cronometrados por la excelente coordinación de Horacio Convertini.

El fútbol me llevó al mundo, dice casi en el inicio de la charla Villoro, remontándonos a ese primer contacto establecido en la infancia con la cancha. Lo hizo de la mano de su padre, nos confiesa, que encontró en esa excusa un modo de compartir con su hijo, un pretexto de mi padre para estar juntos. Es esa figura paterna también quien contagia el fanatismo a Sacheri: mi viejo me contagió ese amor de forma absoluta. Dos padres diferentes pero una alianza similar, padre e hijo en un estadio, un punto de encuentro. Luego el escenario también compartido por ambos escritores: la calle como el espacio para el momento con los amigos y la pelota, el aprendizaje de las reglas no solo las inherentes al juego, sino también y sobre todo las de las relaciones humanas.

Los goles tienen vida privada, tienen secreto, señalará luego Villoro, adentrándonos así en una épica del fútbol, ya que necesariamente es la palabra la que permite contar: relatar un partido puede transformar el juego en algo mágico.

La nostalgia, la tristeza, el triunfo y el fracaso; de la Vida y la Muerte porque necesitamos que las cosas sean contadas, o como dirá Sacheri: el fútbol es parte de esa vida que tenemos y es una puerta de entrada a esos mundos íntimos en los que se juegan asuntos mucho más definitivos.

Hubo además espacio para hablar de los grandes, de los héroes -como en toda epopeya- de Maradona, Messi, incluso de Pelé; también, por supuesto, del próximo Mundial en Rusia. Como correspondía no pudo estar ausente el gran recuerdo a Fontanarrosa en la voz de Villoro (…y sin nombrarlos también aleteaban por allí Galeano o Soriano).

Sin que nos diéramos cuenta, Convertini hizo sonar la pitada final y el juego se terminó, sin alargues. Había finalizado este amistoso desarrollado frente a una audiencia que se deleitó con cada gambeta, con cada pase maestro de pelota que llevaron a cabo los jugadores. Incluso para mí, insisto, que del fútbol entiendo bastante poco.

 

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PERSONAJES

El corazón es habitar la experiencia y el ritmo

Pasquale Mesolella, I giorni della pandemia. Prato: Pentalinea, 2024.

 

[Este es tal vez uno de los libros más emocionantes en la obra de Pasquale Mesolella (Teano, 1949). Va dedicado a “tutte le persone, note e ignote, conosciute e sconosciute, vittime inermi ed innocenti del covid o della guerra ucraina”. A simple vista, puedo decir que se ve a un poeta desprovisto de artilugios del lenguaje y que consagra la escritura como si su mano fuese un sello de lacre. Un poeta que se ha convertido en un reportero de un tiempo álgido que no está tan lejos y que continúa a hacernos eco. Los primeros textos de esta colección corresponden a enero de 2019 y los últimos, como el prólogo, se remontan a septiembre de 2023]

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

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