Espejito, espejito; dime, ¿quién soy?:

espejismos de Nilda Barba

La “Rima XXI” de Gustavo Adolfo Bécquer, de temática amorosa, bien puede interpretarse como una metáfora del encuentro entre el poeta y su objeto: cada vez que el escritor indaga sobre la esencia del poema, este le devuelve su interrogante bajo la forma de su reflejo.

Esta pareciera ser la inquietud que llevó a Nilda Barba a escribir espejismos . Allí se explora o arriesga una respuesta por lo poético estudiando la fisonomía interna y externa de la voz lírica.

El cuerpo se vuelve materia versificable, el espejo los límites de la hoja en blanco, el encuentro consigo misma (con la otra) el canal que conduce el devenir de las estrofas. La voz del poema carga por momentos con el estigma de un Narciso que queda absorto frente al encuentro primigenio con su reflejo, al cual no puede tener acceso, pero del cual no puede desprenderse. Pero también es una Alicia que al palpar la superficie lisa y mimética –aunque invertida– del cristal se sumerge en las olas que envuelven su enigmática identidad.

La subjetividad es una sustancia errante, mutable, en constante transformación, imposible de asir, sostenida por cuatro o cinco piedras estacadas en lo más profundo del ser. El cuerpo, con sus cicatrices y marcas, son consecuencia de una arquitectura interna que no se detiene, que se moviliza, y de una serie de experiencias que laceran la carne y la amoldan a una estructura flotante invisible.

La poetisa circula por una serie de dudas sin respuesta, pero sitiando constantemente la tromba que se dibuja en el velo misterioso que las cubre. La búsqueda es una hazaña de la que no se vuelve victorioso y mucho menos sabio, pero en la que al menos se alcanza un estado de la conciencia en el cual ya no se puede ser ingenuo, en donde uno ya no se puede dejar embaucar por los espejismos o consuelos de la subjetividad a la que aspiramos, vendemos y con la que creemos coincidir.

El yo acaba por ser un remiendo heterogéneo, un vestido o traje que debemos emparchar de vez en cuando con sueños, ilusiones, recuerdos, fantasías y palabras de otros. Esa presencia de personas extrañas está muy vigente en el volumen sobre todo en las dedicatorias de los poemas. No pasan desapercibidas dos: Sor Juana y Alejandra Pizarnik. La primera, al igual que Luis de Góngora, habilita la amalgama barroca entre belleza estética y reflexión filosófica, convirtiendo a los poemas en barcazas que guían y conducen el pensamiento. La segunda brinda un bagaje de imágenes en torno a lo femenino, la infancia, la naturaleza y la mismidad. El trabajo con la palabra es en ambos casos similar: se lleva a los límites de lo pronunciable la lengua cotidiana para extrapolarla hacia otra dimensión y “Explicar con palabras de este mundo / que partió de mí un barco llevándome” (Pizarnik, Árbol de Diana, 1962).

El tiempo, el espacio, los límites, los confines, los recipientes y los contenidos; todo es ilusorio. Una máscara del tiempo, una aparente eternidad, una virtualidad del presente; somos un simulacro que nos forjamos para no perdernos en la mancha borrosa que se aleja del espejo hasta volverse imperceptible. El miedo a afrontar aquella mirada muerta y viva, propia y ajena a la vez se palpa en cada estrofa. El espejismo al que el hombre se aferra está plagado de laberintos –la otra presencia destacable es la de Jorge Luis Borges– en los cuales es sencillo perderse e imposible encontrarse. El trabajo con los verbos reflexivos es impecable, así como también la alusión y el homenaje a la serie de autores que en el poemario figuran.

Más que un habeas corpus, la autora solicita un habeas identitas, solo que allí no hay a quién hacer el reclamo. Las realidades conviven, las épocas se yuxtaponen simultáneamente no sin culpas ni recriminaciones en aquel derroche de incertidumbre de no saber quién se es ni por cuánto más tiempo.

Frente a esa urgencia de hallar una boya a la cual aferrarse, la náufraga solo puede navegar en la inconmensurabilidad de sus yoes –o heterónimos, para citar a Fernando Pessoa, otro habitante de la antología–. Es entonces que la duplicidad posibilitada por la existencia del espejo se desdobla inagotablemente y la voz se convierte en una Penélope que teje y desteje su ovillo de pensamientos mientras espera al Ulises que es ella misma y que nunca arriba a las costas de su ser para traer la paz tan anhelada.

Es difícil leer de modo aislado los poemas de espejismos ya que todos conforman un devenir y un transcurrir sin pausa. En cada poema se repiten preocupaciones e interrogantes por igual, y no dejan de ser otras y las mismas. Como un Heráclito moderno, Nilda Barba se baña en las aguas de la subjetividad que no pueden detenerse y cuyos cauces exceden los trazos negros de la escritura, las cicatrices de la piel, las huellas del alma.

 

Referencia bibliográfica: Barba, Nilda (2018), espejismos . Buenos Aires: Vinciguerra, pp.104.

 




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    (Argentina, 1991) Licenciado y Profesor Normal y Superior en Letras por la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). Adscripto a la cátedra de Problemas de Literatura Latinoamericana con el proyecto titulado “Ficciones especulativas: emergencia y contacto entre las poéticas de Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges”. Es miembro activo de la Red Iberoamericana de Investigadores en Anime y Manga (RIIAM). Sus temas de investigación son la literatura argentina del siglo XX, por un lado, y los cruces entre canon literario universal y manga, por el otro. Ha publicado artículos en revistas como Puesta en Escena, Exlibris, BADEBEC y Orbis Tertius.

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Los ritos ardientes de Julio Barco por Nicolás López Pérez

En esta presentación, además del material del poeta Julio Barco, convocante, provocativa, inspiradora, destaco el trabajo del escritor, crítico, abogado Nicolás López Pérez, su generocidad lo antecede. Ya tenemos en nuestra revista exhaustivos comentarios sobre la obra de ambos, además de colaboradores desde otros países.

La obra de Julio Barco nunca se despide de la vieja Lima, instaura una actitud permanente de traza del nuevo siglo y el antiguo, con una poética de rememoraciones, melancolía, causas, amores, lugares, una danza procaz apasionada y en estado permanente de exhorbitancia poética con una estrategia de seducción de voz y cuerpo, conseciones al discurso y estética del nuevo y viejo esquema de tributo a su época la Internet.

Leemos a Nicolás Lóepez Pérez, en este trabajo crítico sobre su obra.

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

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