Como fuego inacabado y luciente de Raquel Gianella

Si la literatura es palimpsesto como señala Gérad Genette, la vida y  la poesía se repiten en el “barco a la deriva” y se va “en gran barcaza/cruzando aguas doradas”, como en los tramos que nos muestra  El barco ebrio de Rimbaud. Amor, deseo, lucha, peligros van despeñados hacia la sombra final que es la muerte, advertida por ellos, tú, ella, nosotros y el fantasma, la matriz de la escritura, velo último (o primero) de la realidad que nos separa de “eso” que no se puede decir.

Raquel Gianella escribe, lee y recuerda, teje su texto con los hilos de la historia personal, del diario íntimo como señalara Horacio González sobre su escritura, diario donde está Buenos Aires, el tango, Gardel y Contursi, el amor, el arrabal, las noches y la barca de las estrellas…

Desde el lugar del lector, se escuchan entonces las voces, las imágenes y las figuras en un trabajo lirico de apelación y repetición: la infancia perdida, los cuentos de hadas  y la corrosión del tiempo. Desde su barca, la poeta advierte otra vez a Rimbaud, el de Una temporada en el infierno, que dice su vertiginosa palabra desde un lugar donde las palabras no alcanzan.

Lo social y la luchas por la justicia se modulan en la figura emblemática de Milagro Sala, la presa por embanderar a los humildes, la capaz del levantamiento de los pueblos, la abogada de los pobres y desposeídos,  Milagro, la que recuerda a Micaela Bastidas, esa Milagro Sala, que evoca a Juana Azurduy, a  Martina Silva de Gurruchaga, a Manuela Sáenz, a Macacha Güemes  y por supuesto, a Evita, todas voceras y protagonistas de la rebelión y la libertad.

Desde su orilla poética Raquel Gianella dice la forma del  axolotl del cuento de Julio Cortázar, el anfibio trasmutado en humano, narrador y pez, atrapado en el movimiento continuo, “molusco cósmico” , infinito, mortal  e inmortal que es el devenir del ser o de lo que no es ser, la nada y la existencia, el yo y el Otro, los otros y el yo, y finalmente lo “real”, eso que todo lo puede, porque no es palabra, porque no es ni deja de ser, agujero negro, primigenio, lugar a donde se dirige el barco ebrio.

En los versos  y en la prosa poética de Gianella está Rimbaud, sus luces permanentes y sus fuegos, sus estrellas y abismos, sus tormentas y remansos, sus naufragios, sus colinas y sus castillos, sus puentes levadizos, sus piedras, como en el otro infierno,  el de Dante Alighieri en su Divina Comedia.

Viaje por la vida, por el deseo, el recuerdo, el amor, la amistad, la nostalgia, la carencia y la  plenitud, viaje iniciático y final, porque el poema roza algo de lo eterno. Poesía devenida de la vigila y los sueños, de la experiencia, el camino, la lectura del universo y la lectura de los libros, que repiten otras voces, escritura palimpsesto, de segundo grado, como es al fin la literatura, esa gran tautología y de la que surgirán los textos que entraman las condiciones sociales, los límites y la trascendencia de lo humano junto al asombro ante lo inexplicable, la memoria, la palabra, lo dicho y lo no dicho, lo imposible de decir y la convicción generosa y abnegada de decirlo.  Función poética; fuego inacabado y luciente.

Como Fuego inacabado y Luciente. Buenos Aires. Nueva Generación. 2019.

                                          

 

Revista de literatura, especializada en literatura latinoamericana.



Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

DESTACADOS

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

PERSONAJES

Electrónica de Enzo Maqueira

No creo en la eterna adolescencia. Ni en la vida ni en la música. El que se escuda ahí es porque se resiste a crecer.

 

[Juan Carlos Baglietto]

 

La novela se caracteriza por la compleja narración que combina la primera y la segunda persona para retratar la experiencia íntima y fragmentada de su protagonista, La profesora que se enamora del alumno adolescente. Este vínculo, más allá de ser una relación truncada, simboliza el cierre de una prolongada adolescencia propia de una generación de clase media argentina educada en los años 90. 

DRAMATURGIA

FRIDAS de Cristina Escofet por Ana Abregú

Yo habito la grieta entre lo que soy y lo que digo ser.

 

[Silvia Plath]

 

La obra comienza con Ana Yovino, presentando a Frida, un encuentro profundo entre la destreza del cuerpo actoral y la tradición mexicana de la muerte, en un cruce entre memoria, cuerpo y poesía.

Yovino baila en traje blanco y máscara de calavera, en una apertura que establece el vínculo con la ancestral celebración del Día de Muertos, donde la muerte se acepta y se honra con una estética que gira en torno a la calavera como emblema de transformación y reconciliación con el ciclo vital.

 

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

Dichas y desdichas del juego y devoción por la virgen por Ana Abregú

El teatro es un espejo que pone delante de los hombres a la realidad, con todas sus grandezas y sus miserias

[Lope de Vega]

 

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

[Williams Shakespeare].

 

Comedia alegórica con estructura del Siglo de oro español, y conexiones con el universo shakespereano. Comedia aurisecular escrita por Ángela de Azevedo, con la adaptación de Julieta Soria. En esta obra, el escenario se convierte en un tablero de juego donde el Demonio y la Virgen juegan con el futuro, simbolizando una batalla entre ambas fuerzas sobre el destino y la fe. La representación incluye elementos de juego y conflicto entre figuras religiosas, combinando temas de azar, fe y amor en la trama. También en contacto con El pleito del Demonio con la Virgen, de diversos autores, siendo la más común atribución a Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), importante dramaturgo del Siglo de Oro español.

 

No te pierdas ésto

Gotas