Las pepas

Seguimos presentando a escritores que se suman a la propuesta de Microficción.

Ana Rochi, periodista, entrevistas vinculadas al mundo de la gastronomía, viajes, life & style. 

Revista Luz, Clase ejecutiva, RSVP, Publicidad, Marketing & Desarrollo, eye to eye (2008 – actualidad)
Docente Gato Dumas Colegio de Gastronomía - materia Sociología del Consumo (2017-2019)
Consultora: Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación (2004 – actualidad) 
Mystery Shopper: (2014 – actualidad)
 

Las pepas

 

¡Viva la Pepa!! Me encanta esa expresión. Española. Me parece un himno de liberación, de desarmar, de revolear todo y salir corriendo como cuando éramos niños. Y casi no teníamos límites. No había mundo imposible. Lo que quisiéramos. A gusto y piacere. Hasta que una mirada progenitora o no, protectora o no, pero sí dominante, nos ponía el bozal o el freno. Chau libre albedrío. Las pepas. Esas son otras. Las galletitas preferidas de mi papá y mías. Con membrillo en el centro. No había encuentro sin ellas. Le llevaba para estoquear. Igual no le duraban mucho. Luego, no compré más. No supe compartirlas con nadie más que no fuera él. Las veo en las góndolas y me resultan lejanas, desconocidas. Había otra, Pepa Sampini. Una solterona muy delgada y alta. Vivía con su hermana Maruca. La casa era de paredes verdes, con muchos claroscuros, a lo Caravaggio. Sombras. Camisas abotonadas hasta la garganta. Cabellos recogidos. Arrugas que invadían sin freno. Ropas hechas a mano y a crochet. Una soltera y la otra, viuda. Y una madre antiquísima que las juntó como ramillete. Hasta que también murió entre encajes y percalinas. Pepa tenía miedo de todo. Casi no salía. Miraba la vida detrás de la ventana. Su rostro anguloso sólo desandaba un pasillo lateral que llevaba al fondo. Una galería impecable de flores. Su mundo era de helechos serruchos, malvones, hortensias, geranios y algunas calas. A la noche, escuchaba en la radio “Esta es su serenata”, mientras, sus pies se movían al ritmo de una Singer negra y potente.

 

La pelu

 

Panza para arriba en el sillón giratorio, forrado de cuero verde. El techo giraba y yo feliz, reía. Alrededor, tijeras, cepillos, navajas, una bacha con pie de madera y una publicidad gigante de Lord Cheseline. Mis pies no llegaban a la punta. También me podía reclinar y tenía apoya cabeza y brazos. Era mi potro neumático, sin patas.  Hasta que llegaba algún cliente y me destronaba. Mi abuelo lo engalanaba con el peinador impecable y lo embadurnaba con espuma de agua y jabón. No había charlas. Era todo una seguidilla de chistes con algún que otro diálogo. 90% risas. Pero correctas si fuera posible de calificar así. Nada estertóreo ni chabacano. Uno de los últimos pasos era sacar la pelusa, luego un cepillito suave por la nuca para limpiar pelitos remolones. Y ahí sí, el señor se miraba de frente en el espejo gigante, generalmente decía Muy bien y se incorporaba alisando la ropa o los tiradores de pantalones tapapanzas.  Otra vez libres. Ahora a jugar a otra cosa. El ludo. A veces, a las damas. Usábamos una silla tonet de mesa. Me daba lo mismo elegir las blancas o las negras. No me acuerdo si ganaba o perdía. No me importaba. Hacíamos un parate. Él se preparaba un mate de leche, yo caramelos media hora y seguíamos. Se abre la puerta de vidrio repartido y otro intruso.  Quiere un corte a la garzón.

 

Las muñecas

 

En mi infancia yo era maestra. Mis alumnos estaban ahí enfrente, sentados, mirándome, de espaldas a una pared celeste, deslucida. Les hablaba, les explicaba. Pero más tiempo me llevaba escribir y dibujar en los cuadernos, forrados con papel araña azul. El auditorio era mi compañía en días fríos, grises, de árboles desnudos y nudosos. Una ventana gigante me acompañaba. Intuía que por ahí andaba mi madre, lavando ropa o encargándose de los animales domésticos. Dialogaba feliz con los niños fantasmas, presentes y ausentes. Otras tardes me acompañaban mis muñecas, algunas con vestidos reciclados, tejidos al crochet no sé bien por quién. Katya, Elsa, Monique. A todas las maquillaba con las lapiceras bic de distintos colores. Había una que no era para jugar, era para mostrar, vestida de azafata, hermosa. Por un tiempo, estuvo sentada en un almohadón gigante en el medio de la cama de mis padres. Luego se guardó para que no se ensuciara. Un destino solitario. Allí, en un hueco del ropero de estilo provenzal, con madera oscura y pesada, vivió su vida de juguete inútil. Ni siquiera nombre tuvo. A la noche todas dormían conmigo, me ocupaba de que cada una conciliara el sueño. Las cuidaba. Y con ellas, ya no sentía miedo a la puerta derecha del placard, donde se colgaba la ropa de mi padre. La miraba fijo. En mi fantasía, alguien saldría en cualquier momento. Un extraño que de repente abría esas fauces negras de madera, haciendo caer la pequeña llave de bronce torneado que brillaba entre la penumbra. Luego de tanta quietud con miedo, de mirada fija a esa llavecita, con mis muñecas alrededor, a modo de legión francesa protectora, con sus vestiditos tejidos, con sus ojitos de pestañas largas y arqueadas, nos dormíamos todas.

 




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Literatura latinoamericana

    anarocchi63@gmail.com  Dr. Norberto Quirno Costa 1221 2º “B” – CABA (0054-11) 1554985573/75338801 OBJETIVOS Desarrollarme en distintos medios de comunicación mediante la generación e intercambio de contenidos EDUCACIÓN Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA-2008) Crítica Gastronómica (Gato Dumas Colegio de Gastronomía - 2011) Post grado: Escrituras: Creatividad humana y Comunicación (FLACSO) EXPERIENCIA Periodista: entrevistas vinculadas al mundo de la gastronomía, viajes, life & style. Revista Luz, Clase ejecutiva, RSVP, Publicidad, Marketing & Desarrollo, eye to eye (2008 – actualidad) Docente Gato Dumas Colegio de Gastronomía - materia Sociología del Consumo (2017-2019) Consultora: Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación (2004 – actualidad) Mystery Shopper: (2014 – actualidad) APTITUDES Capacidad de escucha Interés para investigar Trabajo en equipo Creatividad para resolver Gestión en tiempo y forma Generación de contenidos

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Los ritos ardientes de Julio Barco por Nicolás López Pérez

En esta presentación, además del material del poeta Julio Barco, convocante, provocativa, inspiradora, destaco el trabajo del escritor, crítico, abogado Nicolás López Pérez, su generocidad lo antecede. Ya tenemos en nuestra revista exhaustivos comentarios sobre la obra de ambos, además de colaboradores desde otros países.

La obra de Julio Barco nunca se despide de la vieja Lima, instaura una actitud permanente de traza del nuevo siglo y el antiguo, con una poética de rememoraciones, melancolía, causas, amores, lugares, una danza procaz apasionada y en estado permanente de exhorbitancia poética con una estrategia de seducción de voz y cuerpo, conseciones al discurso y estética del nuevo y viejo esquema de tributo a su época la Internet.

Leemos a Nicolás Lóepez Pérez, en este trabajo crítico sobre su obra.

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

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