Cuando los mapuches conocieron el fuego

Después del Diluvio, ya asentados en su tierra, los mapuches disfrutaban de la papa que habían bajado de la mahuida. Con ella calmaban el apetito y reponían sus fuerzas.

Después del Diluvio, ya asentados en su tierra, los mapuches disfrutaban de la papa que habían bajado de la mahuida. Con ella calmaban el apetito y reponían sus fuerzas. Pero todavía no habían incorporado otros cultivos: porotos, pimientos, quínoa, y hasta maíz que, por ser planta de climas más cálidos, sembraron pronto en las abrigadas laderas que miran al Norte. Ya estaban domesticando, además, el luán o chilihueque (la llama del Sur); tenían perros que les hacían compañía, y criaban gallinas ponedoras. Hambre no pasaban; pero debían consumir sus alimentos crudos, porque aún no conocían el fuego. Fue en aquellos tiempos cuando dos chicos, una nena y un nene, estaban jugando en el bosque. Habían encontrado dos palitos, los hacían girar, y jugaban a ver quién lo hacía más rápido...Uno de los trozos era de madera muy dura, y tenía la punta aguzada. El otro, de madera blanda, se iba perforando a medida que la aguda punta lo penetraba... De pronto, de las maderas saltó una chispa que encendió la capa de guanaco de la niña.Los chicos se asustaron, tiraron la capa y los palitos y salieron gritando, mientras el fuego saltaba a unos matorrales y empezaba a incendiar el bosque, destruyendo árboles y hasta calcinando algunos animales. La gente se acercó al lugar; pero al ver que los niños no corrían peligro se sorprendieron ante lo que habían provocado, y algunos probaron la carne asada de un pudú, muerto por el fuego. Así los mapuches aprendieron a encender fuego a voluntad, y llamaron wentru-repu y domo-repu a los dos palitos que les permitieron hacerlo (de repu, "palo"; wentru, "macho" y domo "mujer").

DESTACADOS

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

PERSONAJES

Electrónica de Enzo Maqueira

No creo en la eterna adolescencia. Ni en la vida ni en la música. El que se escuda ahí es porque se resiste a crecer.

 

[Juan Carlos Baglietto]

 

La novela se caracteriza por la compleja narración que combina la primera y la segunda persona para retratar la experiencia íntima y fragmentada de su protagonista, La profesora que se enamora del alumno adolescente. Este vínculo, más allá de ser una relación truncada, simboliza el cierre de una prolongada adolescencia propia de una generación de clase media argentina educada en los años 90. 

DRAMATURGIA

Relatividad de St. Germain dirección Carlos Rivas por Ana Abregú

El universo no explica el amor, pero el amor explica el universo.

 

[Octavio Paz]

 

Albert Einstein se encontraba exiliado en Estados Unidos en un contexto marcado por las secuelas inmediatas de la Segunda Guerra Mundial, específicamente en 1949. Este ambiente posbélico, cargado con la estela del conflicto global y el reciente estallido de la bomba atómica, genera una atmósfera de tensión y sospecha en torno a la figura del científico, a quien se le reconoce como un genio, pero cuya procedencia alemana produce desconfianza en el país de acogida. 

FRIDAS de Cristina Escofet por Ana Abregú

Yo habito la grieta entre lo que soy y lo que digo ser.

 

[Silvia Plath]

 

La obra comienza con Ana Yovino, presentando a Frida, un encuentro profundo entre la destreza del cuerpo actoral y la tradición mexicana de la muerte, en un cruce entre memoria, cuerpo y poesía.

Yovino baila en traje blanco y máscara de calavera, en una apertura que establece el vínculo con la ancestral celebración del Día de Muertos, donde la muerte se acepta y se honra con una estética que gira en torno a la calavera como emblema de transformación y reconciliación con el ciclo vital.

 

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

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