Después del Diluvio, ya asentados en su tierra, los mapuches disfrutaban de la papa que habían bajado de la mahuida. Con ella calmaban el apetito y reponían sus fuerzas.
Después del Diluvio, ya asentados en su tierra, los mapuches disfrutaban de la papa que habían bajado de la mahuida. Con ella calmaban el apetito y reponían sus fuerzas. Pero todavía no habían incorporado otros cultivos: porotos, pimientos, quínoa, y hasta maíz que, por ser planta de climas más cálidos, sembraron pronto en las abrigadas laderas que miran al Norte. Ya estaban domesticando, además, el luán o chilihueque (la llama del Sur); tenían perros que les hacían compañía, y criaban gallinas ponedoras.
Hambre no pasaban; pero debían consumir sus alimentos crudos, porque aún no conocían el fuego. Fue en aquellos tiempos cuando dos chicos, una nena y un nene, estaban jugando en el bosque. Habían encontrado dos palitos, los hacían girar, y jugaban a ver quién lo hacía más rápido...Uno de los trozos era de madera muy dura, y tenía la punta aguzada. El otro, de madera blanda, se iba perforando a medida que la aguda punta lo penetraba... De pronto, de las maderas saltó una chispa que encendió la capa de guanaco de la niña.Los chicos se asustaron, tiraron la capa y los palitos y salieron gritando, mientras el fuego saltaba a unos matorrales y empezaba a incendiar el bosque, destruyendo árboles y hasta calcinando algunos animales.
La gente se acercó al lugar; pero al ver que los niños no corrían peligro se sorprendieron ante lo que habían provocado, y algunos probaron la carne asada de un pudú, muerto por el fuego.
Así los mapuches aprendieron a encender fuego a voluntad, y llamaron wentru-repu y domo-repu a los dos palitos que les permitieron hacerlo (de repu, "palo"; wentru, "macho" y domo "mujer").
“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”
“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.
En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.
Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú
Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.
[Lema popular]
Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.
Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.
(Foto tomada de Internet)
Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú
«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».
(Henry David Thoreau)
El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.
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