Desde la pérdida

(¿estaré escribiendo un libro para formularle a mi amigo todas esas preguntas que no tuve tiempo de formularle por teléfono?)

Hélène Cixious

 

Para alcanzar la Eternidad por los Astros hay que estar en su última mudanza

Auguste Blanqui

 

 

La mañana en que se me informó de la muerte de Roberto quedé devastada. Por horas, caminé alrededor de mis propios pasos. Luego en un impulso, me obligué a salir, a dejar un paquete, un compromiso de nula urgencia, que me permitiera deambular bajo el sol de septiembre. En la caminata de regreso, busqué un rincón apartado en las escalinatas de la Biblioteca Nacional, que se derraman sobre la calle Austria, y me senté a llorar.

No he dejado de llorar desde que recibí la noticia.

¿Ahora qué voy a hacer?, murmuraba desde la orfandad en la que me dejaba su ausencia.

Más tarde regresé a casa, los ojos nublados de nostalgia y tristeza y entonces, me senté en mi mesa de trabajo, incapaz de hacer otra cosa que bucear sus rastros en mi computadora.

Abrí luego el correo electrónico, como si la certeza del intercambio cotidiano entre ambos desmintiera otra posibilidad.

Allí en primer lugar estaba el mensaje con el adjunto que le envié ayer. La última crónica compartida: “Mi encuentro con la Simona”, sobre la novela Les Mandarins, de Simone de Beauvoir.

Nunca supe si la llegó a leer.

Como estábamos atravesando las Jornadas sobre Vanguardias Latinoamericanas, Roberto tenía unos días ajetreados. Había planificado encontrarme con él esta tarde, 28 de setiembre, y ya habíamos coordinado, incluso, nuestra clase semanal trasladada para mañana viernes después de almuerzo.

Los timbres del calendario vibran en mi teléfono sin saber que ya ninguno de esos recordatorios tiene sentido.

Hoy enfrento el vacío y ante eso, solo puedo escribir, porque, y como él me escribió una vez “los que lidiamos con las palabras sabemos que a veces son insuficientes”.

Hoy lo son.

Tenía tanto para decirle y él tanto para enseñarme.

Por eso, además de estas líneas que se me antojan una suerte de prólogo a lo que va a venir, busqué el historial de nuestras idas y venidas por correo.

El primero intercambio se remonta al 15 de junio del 2012 y la continuidad no cesa hasta ayer, 27 de septiembre 2023. Más de once años de intensa conversación epistolar, de seguimiento amoroso de nuestros tránsitos no solo por la escritura, también por aquellas cuestiones personales que no escapaban en nuestras citas presenciales.

Una suerte de intensa y productiva amistad que fue madurando a medida que pasaron los años.

Porque no solo Roberto fue mi más lector.

A medida que nos fuimos conociendo más, tuve el privilegio de que me confiara mucho de sus textos. Aquel primero que reunía sus poesías en Trazos (1977)[1] y que me enviaría por correo al poco tiempo de comenzar a trabajar juntos. Muchos años después, en noviembre del 2022, cuarenta y cinco años después de su publicación, recuerdo la tarde en que me regaló una de las ediciones que aún guardaba consigo, una bellísima publicación de Botella al Mar. Así me escribió en el final de la dedicatoria: “…por eso en la misma dirección de mis novelas, creo que la escritura retiene imágenes y las custodia. Ahí está MCO para testimoniarlo”.

Más tarde llegaría el anticipo de algunos prólogos, como el de para Textos y mundos[2]; un artículo inédito de Cortázar “Los autonautas de la cosmopista de Julio Cortázar y Carol Dunlop”, que se publicará luego con algunas variaciones en el libro de Roberto: Julio Cortázar, Un nómada de otras orillas.[3]. También tuve entre mis manos el anticipo de Los Borradores de Macedonio[4] y luego cada una de las novelas de la saga que tiene como protagonista a Jorge Cáceres. A eso iba sumando los PDF de sus libros ya publicados, como, por ejemplo: ONETTI/LA FUNDACIÓN IMAGINADA. La parodia del autor en la saga de Santa María[5], solo por nombrar alguno.

Evoco estos envíos y regalos generosos sabiendo que olvido mucho más: textos, apuntes, otros ensayos guardados como un tesoro en mi computadora.

 

 

Hoy escribo porque no puedo hacer otra cosa.

Como Hélène Cixious escribo. Y la evocación vale porque no puedo dejar de recordar nuestras conversaciones sobre Hipersueño[6], el texto de la escritora francesa que Roberto no conocía y del que tanto hablamos luego de la partida de Noé.

Quedó tan seducido como yo por esa lectura.

En ese libro, Cixious se enfrenta a la certeza más irrefutable: la de la muerte.

Con Roberto compartimos la misma emoción ante esas líneas enhebradas para tramitar el duelo por la pérdida de un amigo, que es eso en definitiva de lo que trata el libro. El amigo es Jacques Derrida; la única manera de afrontar su pérdida para Cixious es escribiendo.

Hoy hago mías las palabras de la escritora francesa:

No podré pues nunca más llamar por teléfono a mi amigo y de ese modo huir en el acto del lugar donde me encuentro lo que podía hacer en todo momento, lo que hacía e hice […] Escribo estas líneas sobre la mesa frente a los volúmenes acostados a los que estoy tan apegada que todo el tiempo temo su desaparición, se pierde solamente lo irremplazable, me digo […] Sufro por todo lo que no ha sido pensado y en lo que solo mi amigo habría podido pensar. […]

 

“El tiempo presente consiste en su fugacidad impiadosa”, me escribió Roberto en la dedicatoria de Una tenue eternidad.[7]. Algunos años antes, al regalarme su libro sobre Jacques Derrida[8] había anotado: “La vida es un viaje, pero no cualquier viaje sino una caminata, un trayecto que se va haciendo paso a paso, y esa caminata no es cualquier camino, sino uno de pisadas…”.

Me dedicó una de sus novelas: Y tendrá tus ojos[9].

Compartí con él partidas y llegadas.

Me brindó espacios, me abrió puertas. Prologó mis libros.

Su presencia fue más que necesaria en la presentación de Leer levantando la cabeza.

Roberto fue mi mejor profesor, querido y respetado.

Hoy lo lloro y escribo, porque además he perdido un amigo.



[1] Ferro Roberto, Trazos. Ediciones Botella al mar, Bs.As. 1977

[2] Ferro Roberto, Textos y mundos, Universidad de Guanajuato, Guanajuato: 2015

[3] Ferro Roberto, Julio Cortázar. Un nómada de otras orillas. V.Stefanovsky Editores. Bs. As.: 2018.

[4] Ferro, Roberto. Los borradores de Macedonio (Una novela casi sin final). V.Stefanovsky Editores, Bs. As.: 2016.

[5] Ferro Roberto. Onetti/la fundación imaginada. La parodia del autor en la saga de Santa María. Ed. Corregidor. Bs. As.: 2011.

[6] Cixious Hélène, Hipersueño, Interzona Ed., Bs.As.: 2021

[7] Ferro Roberto, Una tenue eternidad. Editado por Metaliteratura. Bs.As.: abril 2023

[8] Ferro, Roberto. Derrida, el largo trazo del último adiós. Ed. Quadrata. Bs. As.: 2009

[9] Ferro, Roberto. Y tendrá tus ojos. Editado por Metaliteratura. Bs. As, junio 2019.

 

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

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