Juguete rabioso: el trazo provocador de Carlos Alonso

“El asedio de lo real”. Arthaus, Diciembre 2023-Marzo 2024

¿Es la obra de Carlos Alonso, una pintura de los “entres”?

¿Entre la fotografía y el asedio de lo real? 

¿Entre los acontecimientos de la historia, de la política, de la sociedad, que ingresan a su obra? ¿entre la historia del arte y el trazo material que miramos en sus cuadros -ya ha escrito Carl Einstein que la historia del arte es la lucha de todas las experiencias ópticas, los espacios inventados y las figuraciones? ¿entre lo que el pintor mira y lo que plasma en un soporte

En la pintura de Alonso, la forma nos mira y nos interpela porque ¿qué sucede -como puede verse en la muestra "El asedio de lo real"- entre la fotografía que dispara las posibles imágenes y la forma que percibimos en el cuadro?
A painting of men in suits and hats  Description automatically generated

¿Qué sucede en ese "entre-medio" en tanto zona de pasaje y de tránsito entre lo que Alonso ve en la fotografía y el cuadro que miramos? dado que el cuadro no es la reproducción de la fotografía, tampoco "lo real" de la misma.
El entre, el in between -que produce significados por ausencia- genera un espacio en el que se elaboran las estrategias formales y temáticas del artista, es el espacio privilegiado de la intervención creativa, de la dimensión crítica y de la posición política frente a lo que Alonso mira para desplegar luego su arte conceptual. (vemos lo que conocemos, señala Umberto Eco)
La forma nos mira y nos interroga  acerca de lo que no está, de lo que está y de lo que también está, pero transformado, y como escribe David Viñas, desde mi perspectiva, nunca mejor dicho, en el bello catálogo de ediciones de Arte Gaglianone, Carlos Alonso "nos intranquiliza" porque entre la imagen de partida y la supuesta imagen de llegada, se produjo, sin duda, una lucha entre experiencias ópticas, espacios y figuraciones, aguijoneados por acontecimientos e imaginarios de diversas procedencias que involucran el arte con lo social, la política, la historia.
Ese "entre" que propongo como un modo de acercamiento a la obra de Alonso es el intersticio o punto de articulación de la diferencia, el tejido inter-conectivo en el que se mixturan las mediaciones de lo que se reconoce como las singularidades de los trazos, colores y materiales de Carlos Alonso como artista.
En ese entre, Alonso trastorna el orden y desbarata las imágenes y, en ese mismo movimiento, las reactualiza, las reinventa, repite, elide y reinscribe produciendo otras figuraciones, escenas, paisajes, criterios, taxonomías. El trabajo con la huella, el rastro, el resto, la restancia en tanto imposibilidad de una totalidad, hacen de la incompletitud, su fuerza.

La serie                                                                            
La serie es el dispositivo elegido para desplegar esas operaciones, como pueden verse en El juguete rabioso, los cuadros de El ganado y lo perdido, la serie de los muertos, de los recuerdos de familia, del estudio de la vida y obra de van Gogh, y series que se pueden organizar en torno a la carne, la muerte, la violencia, los desplazamientos del saber científico o del imaginario represivo.
La serie que, por una parte, funciona como un artefacto de incalculable productividad dado que no tiene principios clasificatorios y por eso puede agrupar elementos heterogéneos; por otra, como estudio y experimentación del objeto asediado, se da a la mirada dispuesto en forma de fragmento. (en oposición al coleccionismo del siglo XIX).
Esa disposición del fragmento, entre cuadro y cuadro, como Carne de primera n 1 y Carne de primera n II, por ejemplo, o los diversos fragmentos dentro de un mismo cuadro, como La oreja, cortan e hilan la mirada, la entretejen pero también la interrumpen.


Asimismo, esa disposición en forma de fragmentos permite la repetición, la expansión y el desplazamiento de motivos temáticos, de objetos, de personajes, de escenas, no sólo de los cortes de carne de vaca o de oligarcas que dominan la escena, sino también de, por ejemplo, escalofriantes "anteojos" o de enfermeros como pueden verse en La lección de anatomía o en Mal de Amores.

Ese arte de disponer, de montar y desmontar motivos y figuraciones, se traza en los entres.

El montaje
Alonso hace del montaje una metodología crítica que le permite conjugar lo discontinuo porque el artista no solo trastorna lo espacial sino también lo temporal, en tanto el montaje refiere a un movimiento entrecortado que lo deshace o problematiza. Un desplazamiento que incluye la desconexión de la línea temporal en la que están insertos los acontecimientos capturados, no sólo en las fotografías sino en la relación entre el arte y la vida y que Alonso reconecta para plasmar en sus obras, otras perspectivas en las que se hacen visibles los entrecruzamientos entre política y estética.
Considero que gravita en esa metaposición de artista su relación con la literatura como lector y como ilustrador de textos centrales de la literatura argentina como El matadero y Martín Fierro. Y así como él mismo refiere que "no se sale indemne de un texto", tampoco el artista puede dejar de involucrarse en la realidad social que lo rodea: el encimado de tiempos, el recorte que individualiza un elemento de una imagen, los borramientos y anacronismos, la dimensión histórica social que se da a la mirada en las figuraciones investidas de múltiples lenguajes como el carnicero que parece un médico y también un represor; la mixtura y confluencia de escuelas pictóricas, de colores y materiales como el zapato pop del siglo XVII  de La lección de anatomía, dan cuenta de ese procedimiento.
   

Lo político
La dimensión política no se relaciona con lo partidario sino con una posición crítica frente al estar en el mundo, la política aparece produciendo, como afirma Jacques Ranciére, una ruptura en el orden de la dominación. De esa manera, el arte es político en la medida en que, al igual que la política misma, irrumpe en la distribución de lo sensible, generando nuevas configuraciones de la experiencia sensorial. Alonso nos enfrenta con su obra no sólo a la violencia de la Historia sino también a los efectos que una realidad social puede provocar, despliega una posición política al exponer, mediante la serie y el montaje, su cocina de pintor y expertise en retratos, en naturalezas muertas, en la intervención, apropiación y transformación de las obras y trazos de otros artistas.
Esa posición crítico política se ve incluso en cómo interviene lo maquínico. Si la fotografía tenía la pretensión de capturar la realidad en tanto totalidad, Alonso desvía esa imposibilidad, y en una tensión entre el ojo de la cámara y el ojo humano, su obra parece mostrarnos que el ojo y el ojo sensible de un artista, pueden ir más allá de un obturador para hacer otra cosa. Y en esa dirección. perturba el orden de la secuencia fotográfica de Muybridge como se observa en El juguete rabioso y La escalera, desplaza la imagen congelada de la muerte del Che o la de los frigoríficos invadidos de oligarcas, mixtura el paisaje de las pinturas y vanguardias europeas con huellas y rastros de un imaginario y una mirada propia.
  A child walking in different poses  Description automatically generated
 

Juguete rabioso
En relación con ese conjunto diagramático de modos de ver que la obra de Alonso exige, hay tres movimientos de posiciones de artista que me gustaría citar ya que por ello titule mi lectura Juguete rabioso, una de Osvaldo Lamborghini, escritor y artista plástico argentino, que afirma:
“Cuando Rimbaud dice me voy, hay que entender que se viene; lo que pasa es que con el afrancesamiento uno lee que Rimbaud se va y por identificación uno se está yendo con él. No, vos no te vas con él, estás acá esperándolo. Se va quiere decir que se viene para acá; África, las pampas argentinas: todo igual para Rimbaud” (Lamborghini en Libertella, Héctor, Las sagradas escrituras).

Otra del artista visual brasileño Haroldo de Campo:
“con la “antropofagia” de Oswald de Andrade, en los años 20, tuvimos la intuición aguda de esa necesidad de pensar lo nacional en relación dialógica y dialéctica con lo universal. La “antropofagia” oswaldiana es el pensamiento de la devoración crítica del legado cultural universal, elaborado no a partir de la perspectiva sumisa y reconciliadora del “buen salvaje” […] sino según el punto de vista irrespetuoso del “mal salvaje”, devorador de blancos, antropófago. Ella no supone una sumisión (una catequesis) sino una transculturación: aún mejor, una “transvaloración”, una visión crítica de la historia como función negativa (en el sentido de Nietzsche), susceptible tanto de apropiación como de expropiación, desjerarquización, deconstrucción. Todo pasado que nos es “otro” merece ser negado. Vale decir: merece ser comido, devorado con esta especificación elucidatoria: el caníbal era un ‘polemista’ (del griego pólemos=lucha, combate), pero también un ‘antologista’: sólo devoraba a los enemigos que consideraba valientes, para extraer de ellos la proteína y la médula necesarias para el robustecimiento y la renovación de sus propias fuerzas naturales” (1982: 13)

Y otra de Carlos Alonso en la que se muestra como lector de El juguete rabioso de Roberto Arlt, un texto paradigmático de la literatura argentina en la que su protagonista, Silvio Astier, roba libros de una biblioteca: el acto despojado de todo delito, medular de la literatura argentina, es el de robar para leer. Un gesto que infiere el robo o la devoración; la apropiación o la deglución para trazar, para pintar. Tres movimientos que remiten a Alonso como pintor y a su obra, que resuenan en mi aproximación a esas operaciones que he venido hilando y también en el gesto del mal salvaje de traer, a Courbet a Unquillo, para nombrar otra obra más,

y de traer las canónicas y revisitadas series de las estaciones al paisaje nacional, para cruzarlas con una manguera, agregar un florero y desbordar el marco.
   

El gesto provocador de Alonso se potencia en esa fuerza del resto que significa por alusión, por sustitución, por asociación, para nombrar otras de las operaciones que se ponen en marcha cuando nos paramos frente a sus pinturas.
La restancia fotográfica, historiográfica e histórica, pictórica, vernácula, de relieves paisajísticos, se trazan en cuerpos, en objetos, que se traducen, se trasplantan, se corporizan para significar en múltiples direcciones. El sujeto de la historia y también el sujeto de la pintura, los contextos descontextualizados, los objetos descentrados y desplazados mediante la antropofagia de la mirada, el corte marcadamente argentino, la violencia del trazo (en la escena, en materiales y colores, en hombres, mujeres y niños) articulan un juego que rabia en las diversas series temáticas y formales que componen la obra de Carlos Alonso, no sólo provocando al ojo del espectador sino también, exigiendo de quien se coloca frente a sus cuadros, una reconstrucción interminable de esos entres.

“De la razón antropofágica: diálogo y diferencia en la cultura brasileña”. Vuelta, N° 68, México (junio de 1982: 12-18).

 

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Los ritos ardientes de Julio Barco por Nicolás López Pérez

En esta presentación, además del material del poeta Julio Barco, convocante, provocativa, inspiradora, destaco el trabajo del escritor, crítico, abogado Nicolás López Pérez, su generocidad lo antecede. Ya tenemos en nuestra revista exhaustivos comentarios sobre la obra de ambos, además de colaboradores desde otros países.

La obra de Julio Barco nunca se despide de la vieja Lima, instaura una actitud permanente de traza del nuevo siglo y el antiguo, con una poética de rememoraciones, melancolía, causas, amores, lugares, una danza procaz apasionada y en estado permanente de exhorbitancia poética con una estrategia de seducción de voz y cuerpo, conseciones al discurso y estética del nuevo y viejo esquema de tributo a su época la Internet.

Leemos a Nicolás Lóepez Pérez, en este trabajo crítico sobre su obra.

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

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