Sílabas del silencio

El poema fragmentado, fragmentario, narrativo y lírico, refleja una percepción apasionada y visceral que zurce la escritura y las sensaciones, el poema y la vida, el amor y la escritura. A partir de pequeños estallidos, de una narración escatimada, de sensibilidad íntima, el texto va y viene a través de diferentes experiencias que son contadas a partir del resplandor que emanan de un cuerpo ausente que se configura personaje a partir de esos pequeños trozos de expresividad liviana, suelta, impasible y tersa. 

Como otra forma de atrevimiento, Ana Abregú explora, en el mar incierto de la combinación sensorial, los modos de decir el abanico incierto e inefable de la piel y la carne. El gesto inicial es, tal vez, dejarse avasallar por las palabras y las sensaciones, surcar atravesando los espasmos, pequeños trozos de aliento deviniendo experiencia. Luego, ante la belleza y el acierto, el tiempo que no sucede como condición sino como extracto -leve caminar de hormigas, hormigueo de la brisa en los párpados- las posibilidades de decir en el estallido del orden, concierto de imágenes y vaivenes sentimentales, la calma de un enjambre a sabiendas conocido y fantástico. El amor. La vida. El universo. El tránsito incansable, cansino.

El primer epígrafe, de Macedonio Fernández, propone una primera aproximación vinculando la lectura a la idea del deseo eterno incumplido. Tántalo no logra alcanzar lo material para abastecer su función vital pero es un Dios, así no muere ante la insatisfacción. Solo vive deseando un imposible. Si bien en la praxis de las acciones narradas el amor parece ser una posibilidad fáctica y realmente vivida, descripta desde el placer de ser en el texto y en la vida, multiplicando sus posibilidades en miles de sensaciones activas y silentes; la idea de lo inalcanzable podría estar sugerido en lo complejo de la transmisión de manera tal de que lo narrado le haga justicia a lo inenarrable cuando la que habla es la piel y las palabras sobran o ensombrecen, aletargadas en el orden bellísimo logrado en el papel. El mundo como tropel de significaciones inalcanzables, cede ante la escritura como una reverencia de lo que no puede decir ni callar.

El segundo, de Oitos Rossi, abre el significante hacia lo inesperable, un estallido de posibilidades, de interpretaciones, de lecturas en ambos sentidos. Emprender una errancia por la escritura, por los sentidos, dilatando los bordes de la piel y el aire; espacio irreverente por entre el cual se mecen la vida y los posibles narrativos. Cada secuencia poética es un nuevo despertar del cuerpo y la sensibilidad ofrecidos al lector por medio de una poética sutil que repara en cada centímetro escatimando un total perceptible a partir del cúmulo.

En la trayectoria emocional que se extiende en capítulos, la lectura es otro viaje aleatorio que, sin marcas de consecutividad, van hilvanando secuencias remotas que toman forma en el devaneo inestable de una lectura lenta y sabrosa, anhelante. Cada capítulo combina, amalgama, recursos poéticos diversos que se entremezclan generando una sensibilidad otra que invita a una sensación de la piel novedosa cuando realiza intercambios semánticos. La relación entre las palabras y los objetos, entre los objetos y las personas, entre las personas y las emociones, se vuelve tumultuosa y prolífera; por entre las rendijas de esta la inestabilidad queda al descubierto la imposibilidad de la reciprocidad que, compleja y abigarrada, invierte la normalidad acentuando la percepción de emociones en la diseminación de las variaciones léxicas. Los cuerpos diseminados por las palabras adoptan formas inusuales para sugerir nuevos modos de percibirse.

El trabajo con la palabra y el mundo es bello y apacible, profundo y transracional. La búsqueda es Anhelante y sensual, esta nueva apuesta de escritura se contrapone a la insensibilidad y la abulia que los nuevos modos de vida virtuales proponen como forma de las relaciones estableciendo otros tipos de redes posibles que convergen en espacios de plenitud y reflexión.

 





Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

    Estudiante de Letras en la UBA. Profesora de Lengua y Literatura en secundarios y en el Instituto de Formación docente N59 de General Madariaga. En Madariaga, coordina un espacio cultural que incluye biblioteca y taller literario

DESTACADOS

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

PERSONAJES

Electrónica de Enzo Maqueira

No creo en la eterna adolescencia. Ni en la vida ni en la música. El que se escuda ahí es porque se resiste a crecer.

 

[Juan Carlos Baglietto]

 

La novela se caracteriza por la compleja narración que combina la primera y la segunda persona para retratar la experiencia íntima y fragmentada de su protagonista, La profesora que se enamora del alumno adolescente. Este vínculo, más allá de ser una relación truncada, simboliza el cierre de una prolongada adolescencia propia de una generación de clase media argentina educada en los años 90. 

DRAMATURGIA

FRIDAS de Cristina Escofet por Ana Abregú

Yo habito la grieta entre lo que soy y lo que digo ser.

 

[Silvia Plath]

 

La obra comienza con Ana Yovino, presentando a Frida, un encuentro profundo entre la destreza del cuerpo actoral y la tradición mexicana de la muerte, en un cruce entre memoria, cuerpo y poesía.

Yovino baila en traje blanco y máscara de calavera, en una apertura que establece el vínculo con la ancestral celebración del Día de Muertos, donde la muerte se acepta y se honra con una estética que gira en torno a la calavera como emblema de transformación y reconciliación con el ciclo vital.

 

Almas de Griselda Gambaro por Ana Abregú

Soy una multitud. Cuando pienso o siento, ignoro quién piensa o siente.

 

[Fernando Pessoa].

 

Almas presenta  un intenso monólogo en el que la protagonista, Marion, entabla un diálogo consigo misma.

Marion ejecuta una impresionante transmutación al encarnar alternadamente voces que son un diálogo consigo misma; una forma de neutralizar la decepción que le produce las contradicciones de su realidad; logrado con una actuación de gran complejidad y profundidad. 

Dichas y desdichas del juego y devoción por la virgen por Ana Abregú

El teatro es un espejo que pone delante de los hombres a la realidad, con todas sus grandezas y sus miserias

[Lope de Vega]

 

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

[Williams Shakespeare].

 

Comedia alegórica con estructura del Siglo de oro español, y conexiones con el universo shakespereano. Comedia aurisecular escrita por Ángela de Azevedo, con la adaptación de Julieta Soria. En esta obra, el escenario se convierte en un tablero de juego donde el Demonio y la Virgen juegan con el futuro, simbolizando una batalla entre ambas fuerzas sobre el destino y la fe. La representación incluye elementos de juego y conflicto entre figuras religiosas, combinando temas de azar, fe y amor en la trama. También en contacto con El pleito del Demonio con la Virgen, de diversos autores, siendo la más común atribución a Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), importante dramaturgo del Siglo de Oro español.

 

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