Ser ficción

Sobre Adelaida Sharp en tu tiempo de Ana Abregú

La narración realiza un derrotero agazapado, escondido detrás de una voz que oculta tras la vejez la habilitación para hablar. 

El recorrido temático es tratado como un soliloquio en las páginas de lo que parece ser un diario, en el que el sutil desorden cronológico da cuenta del fluir del pensamiento como un discontinuo inacabado y profuso, intenso e invertebrado, que no siempre concluye, sino que deviene otras secuencias discursivas que van entrelazándose con la época desde diversos espacios de dicción y representación.

La edad es el primer escudo que practica Adelaida Sharp, la narradora que firma cada microrrelato y que luego se trasviste en Julio Montes, a modo de Heterónimo, en una exploración explícita sobre las posibilidades de percibir, atravesar e investigar las estructuras sociales que la condicionan. La idea de firma, de falsificación y de escritura como modos de vivir la realidad y la escritura son puestas en abismo y contrastadas con Ana Abregú quien es reclamada como propiciadora de algunas líneas de pensamiento que complejizan las reflexiones de Adelaida sobre la vida, la escritura y la literatura, realizando una acción que desdibuja los límites en los cuales la ficción -de esa primera persona- se ve interpelada por su misma creadora.

Ese corrimiento, esa fricción, esa puesta en juego del lugar de creación agrega -y disgrega- la intimidad del diario y de los accesos de la primera persona a las instancias evocativas del pensamiento y sus encuentros en -y con- la escritura. Esos espacios sobrecargados de sentido a que da lugar el encuentro entre ambas es el que marca el límite entre la abuela lectora y la antes madre sumisa y estructurada, el límite entre vivir sin pensar y pensar cómo vivir, el límite entre escribir y escribir.

La ficción generada por el personaje que narra se ve incitado por las lecturas que dan crédito a su exposición. Los nombres, tanto del lumbago -Roa- como de la ampolla/amapola -renombrada desde la inocencia y bautizada para dar lugar a su existencia como Gilgamesh (con todo lo que este nombre implica)- marcan la necesidad del nombre como instancia vital, como ímpetu de existencia ¿Adelaida es nombrada por Ana o también viceversa? Los nombres dejan de nombrar para pasar a significar re-semantizados por los contextos de escritura en los que habitan y por los que son habi(-li?-)tados.

El recorrido imbricado pero continuo, -sin pausa-, de la voz que pelea con sus propios principios de juventud, intenta dar lugar a otros posibles narrativos que se abren a partir de disgregar la imaginación del niño quien dispone, a partir de las propuestas de su abu, todo un mundo que condimenta y rejuvenece la narración dando un hilo de continuidad al relato que genera un código en el que las palabras cobran sentido apartadas de su significado en la significación que las actividades propuestas engendran y dislocan.

El movimiento de la vieja entre los espacios conocidos, tanto geográficos como discursivos, habilitan el topos que encauza la narración. El cuerpo del relato queda dentro de un relato en que el cuerpo, deteriorado por los años e impregnado de antedichos, no se corresponde con las ganas de atravesar la vida desvistiéndose de los estigmas sociales que hacen, de la vejez, una etapa en que el ser pierde su autonomía tanto física como mental, desmitificando así también la sensación de dependencia del viejo para con los hijos/jóvenes.

En un intento por redimir su maternidad con su abuelazgo, Adelaida recorre con el niño -sin nombre- un camino dulce y acompasado de complicidades basadas en la estimulación de la creatividad y el encauzamiento de una educación apoyada en el deber ser de un niño que debe responder a los parámetros sociales establecidos por sus padres, que -sin quererlo- obturan sus inquietudes más genuinas. 

El intercambio entre el pequeño y el adulto desborda los límites del camino que la reflexión atraviesa en el pensamiento sin barreras del niño que provoca e intenta nuevos senderos de razonamiento plagados de inmensa inocencia, pero no por esto inconsistentes a la hora de trastabillar con los sentidos preestablecidos para acceder a los márgenes de un pensamiento productivo de sentidos dentro y fuera de la narración. La relación entre el niño y la abu es amoroso e impregna una suavidad el relato que proporciona, de su deseo cibernético compartido y su aversión por los límites de los mayores, un encuadre próspero que reedita los posibles narrativos que conmueve.

La idea de la escritura como símbolo de la existencia de ella misma, es decir el mismo acto de creación como un desdoblamiento del mismo interés por mostrar su ímpetu de creación, es el germen que da sentido a la extimidad del diario íntimo de Adelaida en el que, con maestría, ironía, frescura y un humor sutil e ingenioso, Ana Abregú inaugura su escritura de ficción proponiendo otra forma de pensar la literatura interpelada por las redes y los sentidos que propone y que dispone la vida en tu tiempo.

 

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    Estudiante de Letras en la UBA. Profesora de Lengua y Literatura en secundarios y en el Instituto de Formación docente N59 de General Madariaga. En Madariaga, coordina un espacio cultural que incluye biblioteca y taller literario

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Los ritos ardientes de Julio Barco por Nicolás López Pérez

En esta presentación, además del material del poeta Julio Barco, convocante, provocativa, inspiradora, destaco el trabajo del escritor, crítico, abogado Nicolás López Pérez, su generocidad lo antecede. Ya tenemos en nuestra revista exhaustivos comentarios sobre la obra de ambos, además de colaboradores desde otros países.

La obra de Julio Barco nunca se despide de la vieja Lima, instaura una actitud permanente de traza del nuevo siglo y el antiguo, con una poética de rememoraciones, melancolía, causas, amores, lugares, una danza procaz apasionada y en estado permanente de exhorbitancia poética con una estrategia de seducción de voz y cuerpo, conseciones al discurso y estética del nuevo y viejo esquema de tributo a su época la Internet.

Leemos a Nicolás Lóepez Pérez, en este trabajo crítico sobre su obra.

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

Mi novia del futuro de Anto Van Ysseldyk por Ana Abregú

«¡Como si se pudiera matar el tiempo sin herir a la eternidad!».

(Henry David Thoreau)

 

El viaje en el tiempo es un tópico complejo, sobre todo durante una obra teatral, donde la comparación entre temporalidad se debe resolver en un espacio reducido. Esta situación se metaforiza en un escenario con elementos de luz y desplazamientos en espiral, haciendo y deshaciendo el tiempo en el espacio, tal como se define el tiempo mismo, una tela, una autopista peraltada.

 

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