UNA SENCILLEZ APARENTE

La idea

La idea de realizar un largometraje de ficción con actores no profesionales se le ocurrió a Carlos Sorín hace unos años mientras filmaba un comercial en el cual se narraba el impacto causado en un pequeño pueblo de la Patagonia por la instalación de un teléfono (el del paisano que decía "¡Hola vieja!, ¿a que no sabés de dónde te estoy hablando?"). Al arribar a ese poblado vio que la gran excitación que había entre sus habitantes se debía no tanto a la presencia de un equipo de filmación como a la llegada misma del teléfono. En ese instante, se dio cuenta que no tenía sentido filmar una representación de algo que tenía realmente frente a sus ojos, mandó a sus actores de vuelta a Buenos Aires y rodó con los pobladores, verdaderos protagonistas de la historia. Luego de esta exitosa experiencia, bocetó tres historias junto al guionista Pablo Solarz y comenzó un casting por distintos lugares del territorio argentino. Una vez efectuada la primera selección, reescribieron el guión en función del elenco. De este modo, Historias mínimas nació como la exploración de uno de los distintos modos de encarar el tema de la representación de la realidad. Probablemente, la mayor diferencia entre un largometraje de ficción y un documental resida en el hecho de que la ficción maneja materiales que sólo existen para el film, mientras que los personajes y sucesos del documental tienen o tuvieron una existencia independiente del acto de filmar. Carlos Sorín puso en cuestión este límite al hacer que el actor y el personaje fueran la misma persona. No es la primera vez que este director juega en los ambiguos y difumados bordes que separan a la ficción de la realidad. En su opera prima, La película del rey (1986) la historia de un director de cine y la historia del rey terminaban siendo una sola, la de una pasión compartida. Al año siguiente, filmó La era del ñandú, un documental apócrifo para el ciclo televisivo Ciencia y Conciencia. Tomando como punto de partida el famoso caso de la crotoxina (un medicamento que supuestamente curaba el cáncer), Sorín construyó un relato combinando una historia disparatada con los códigos del realismo televisivo, dando como resultado un sorprendente efecto de credibilidad en la audiencia.

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

El 24 a la noche de Andrés Terigi por Ana Abregú

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde.

El formato de esta obra relaciona tradiciones desde una perspectiva panóptica. El personaje que recibe al público remite a la frase “te voy a contar una de piratas”: la obra comienza con el ingreso del primer espectador, haciendo de este personaje un mediador o “guardián” lúdico del discurso teatral, que introduce al público en un mundo de ficción cargado de significados.

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

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