Lo que antecede a la palabra

Sobre Claudia Otsubo, Diminuto verde, CABA: Vinciguerra, 2018

Como diseminando fragmentos de existencia, los cuatro poemarios de Diminuto Verde integran una serie discontinua y al mismo tiempo zurcida por la misma pluma ávida y sensual que reclama

En cada verso, el plumaje de los retazos de sí misma diseminados por las orillas. Solo desde esos ojos colmados de atardeceres que escatiman el punto infinito en la caricia con que observan el mundo, la metáfora abisma el cuerpo en su devenir escritura, impactando en los sentidos desde sus posibles páramos del dolor, el placer, la soledad y la pasión.

Reclamando pertenencia, buscando su lugar entre la narrativa y la poesía, abriéndose camino entre las constelaciones de personajes admirados, las dedicatorias y homenajes, va delineando el mapa de homenajes e inscribiéndose, vinculándose -fresca y decidida- con los matices de una poética conformada a partir de una escritura arrebatada de intensidad y atrevimiento.

Como una vida envestida por el anhelo de libertad, por la búsqueda indefinida de espacios donde esparcir los restos de memoria y donde recrear nuevos sentidos, los poemas desenvuelven los imaginarios sugeridos ahondando en espesuras siempre desde un lente prismático y ancestral que conjuga la trayectoria vivida con la esencia del presente en versos que reclaman la integridad de un cuerpo avasallado por la disgregación de las sensaciones, pero unido en sus ansias de ser profundo y perfumado, colmado de una pasión desmedida por vivir cada centímetro de su extensión.

A partir de la imagen de recortes que entrelazan la sexualidad, la sensualidad y la femineidad, avanza en el dibujo de su esencia desde rincones de escritura que son grietas en el margen de las palabras. Decir y sentir, hacer con palabras que se acomodan solas y al mismo tiempo son dictadas por un cuerpo que necesita decir, es solo una parte del juego que propone el verde esmeralda que espía la secuencia diagramada en el poemario.

Sin estancias extensas ni trayectorias demarcadas o prescriptivas, el desplazamiento es por el papel que encarna lo expuesto disgregando la palabra verdadera en hebras de infinitos mundos exhibidos. Tocada, acariciada en un suspiro atorado por la inercia del silencio, la palabra danza su música de espejos mientras juega a ser revivida en cada verso, espiada por la luz que ilumina su tránsito incierto y sutilmente diagramado para disgregarse en el aire como una brisa tersa y suave. 

En esta nueva apuesta del sentido, en este mar incierto que invade la pluma árida, tórrida -apenas leve- que derrama su intensa marcha vital, María Claudia desgaja, conforta y deja entrever, los restos que interpelan y conmueven su paso sugestivo y anhelante por las hendijas del papel.

 





    Estudiante de Letras en la UBA. Profesora de Lengua y Literatura en secundarios y en el Instituto de Formación docente N59 de General Madariaga. En Madariaga, coordina un espacio cultural que incluye biblioteca y taller literario

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

Dichas y desdichas del juego y devoción por la virgen por Ana Abregú

El teatro es un espejo que pone delante de los hombres a la realidad, con todas sus grandezas y sus miserias

[Lope de Vega]

 

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

[Williams Shakespeare].

 

Comedia alegórica con estructura del Siglo de oro español, y conexiones con el universo shakespereano. Comedia aurisecular escrita por Ángela de Azevedo, con la adaptación de Julieta Soria. En esta obra, el escenario se convierte en un tablero de juego donde el Demonio y la Virgen juegan con el futuro, simbolizando una batalla entre ambas fuerzas sobre el destino y la fe. La representación incluye elementos de juego y conflicto entre figuras religiosas, combinando temas de azar, fe y amor en la trama. También en contacto con El pleito del Demonio con la Virgen, de diversos autores, siendo la más común atribución a Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), importante dramaturgo del Siglo de Oro español.

 

El 24 a la noche de Andrés Terigi por Ana Abregú

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde.

El formato de esta obra relaciona tradiciones desde una perspectiva panóptica. El personaje que recibe al público remite a la frase “te voy a contar una de piratas”: la obra comienza con el ingreso del primer espectador, haciendo de este personaje un mediador o “guardián” lúdico del discurso teatral, que introduce al público en un mundo de ficción cargado de significados.

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