Por encima de cualquier prejuicio.

Sobre Envejecimiento ilícito de Eduardo Méndez.

En los infinitos e indescifrables trazos que pueden templarse con las palabras, pululan por entre sus pasadizos mórbidos y suaves, los que simulan ser los caminos apropiados -o recomendables-, o los que deberían ser tenidos en cuenta para no pensar que los significados son solo una estampa adosada a la superficie. Comprender que solo son partes del naufragio de los abismos posibles cifrados en la fuga de sentidos que colma la juntura de las letras es otra tarea.

 

La parafernalia narrativa no se abisma con la sola práctica de los encuentros del recurso, ni la doble significación de los endebles bordes, sino que prolifera en marcas que son cómplices de otros sentidos, al tiempo que desdibujan las curvas de su ilusión repetida. Si escribir es registrar, perdurar inmortal en un trazo, simular el olvido de la letra es negar su sino. La escritura es la brecha imborrable que interpela lo imposible en vertientes inconexas de atávica simulación y reconocida máscara. El cuerpo de M, en la novela de Méndez, da cuenta del paso del tiempo en esa escritura que olvida para no escribir, que escribe para no saber, que recuerda para permanecer y simular. El despliegue cruel y fático de incultura y acumulación de dinero, de poder y engaño, son la clave que interpela al lector en la narración tosca de un personaje sin estudios que logra ser parte de esas elites dejando en claro lo poco que se necesita para ser quien maneja el sistema y no quien lo padece. Una única escuela puede reunir en un solo personaje la viveza infame, la ausencia total de empatía y el gusto por el dinero: la calle y el desamor producto de una infancia triste y miserable.

Su gusto por la escritura de lo íntimo es el vicio del exhibicionista, el duelo entre el arte y el propósito desmedido no conjuga las partes sino que atraviesa la pluma de ese narrador que no se confunde en un antes y un después inmerso en la desmesura de sus actos, la impunidad de su mole inescrupulosa de acciones propagadas en la miseria ajena que han socavado la felicidad de tantos y no han alcanzado, ni siquiera multiplicados en miles de billetes vacíos, para abastecer la propia, sino que se extienden en falsas enmiendas para sus maniobras viles y no deja nunca, ni antes ni después, de contar que no tiene remordimientos, sino que el buen resultado de su fortuna valieron la pena y el dolor del vulgo anónimo que conforma la mayoría de las personas que viven en el país. A pesar del anonimato de los personajes reales del poder político resguardados por detrás de las letras sueltas, es posible pensar las sagas críticas de medidas de una nación en relación con los monstruos de la historia reciente que hace de marco en la historia contada.

Como en un cuento de hadas trunco, el malo no se hace bueno ni recibe un merecido por sus fechorías, ni siquiera en la soledad ínfima de su vejez la falta de seres queridos que lo acompañen y lo quieran es percibida como pobreza o ausencia, sino como un merecido descanso después de tantos años de trabajo y esfuerzo en beneficio propio y perjuicio de todos los demás habitantes. Cuenta sin descaro e invirtiendo el tiempo, la vejez es el presente de un pasado sin ataduras a la moral o al deseo de otra prosperidad mayor que la acumulación de dinero, que su objetivo de vida es positivo para él y suficiente para lo que sea que a otros les cueste. No repara en el exterior porque le es inexistente y ajeno, en esa crueldad radica el espanto de saber lo cierto de los acontecimientos históricos relatados.

El principio de la narración es el final de su vida, pero M no le teme a la prisión domiciliaria porque su casa costosísima es cómoda y hermosa, lugar de privilegio en la que ha sabido acumular objetos preciados que confortan su mirada ausente de otro anhelo que no sea glotonería económica. La lectura de esos fragmentos incomoda por su lograda agudeza y desinterés, allí donde el personaje no se lamenta de sus actos, el lector experimenta un desagrado total a la raza de políticos que se refleja en este personaje vacío de humanidad y que ha sido elegido por la gente. Lo que parecería una contradicción refleja de alguna manera no solo a las clases dirigentes, a quienes descubre en sus argucias, traiciones, manejos y coimas sino también a los que, ajenos a saberse manipulados, han colaborado en que esos especímenes concreten las bancas políticas que condujeron al desmedro económico y político del país y el socavamiento de la dignidad de la gente.

La figura literaria que invoca es la del viejo Vizcacha, sus enseñanzas son el descaro, el desamor y la estrategia inescrupulosa; nada de eso tiene aspectos negativos en la voz de M ya que -aclara- son realizados con un objetivo que se cumple ampliamente en su vida. Eduardo Méndez nos introduce con su novela en la mente infame de M logrando incomodar al lector ante este poderoso ejemplar de la política argentina en un momento bisagra de la historia del país, lo único que nos salva ante tanta impunidad es pensar que la ficción pueda reivindicarlo y dejarlo en el plano de la novela para siempre.

 

 

    Estudiante de Letras en la UBA. Profesora de Lengua y Literatura en secundarios y en el Instituto de Formación docente N59 de General Madariaga. En Madariaga, coordina un espacio cultural que incluye biblioteca y taller literario

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

Dichas y desdichas del juego y devoción por la virgen por Ana Abregú

El teatro es un espejo que pone delante de los hombres a la realidad, con todas sus grandezas y sus miserias

[Lope de Vega]

 

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

[Williams Shakespeare].

 

Comedia alegórica con estructura del Siglo de oro español, y conexiones con el universo shakespereano. Comedia aurisecular escrita por Ángela de Azevedo, con la adaptación de Julieta Soria. En esta obra, el escenario se convierte en un tablero de juego donde el Demonio y la Virgen juegan con el futuro, simbolizando una batalla entre ambas fuerzas sobre el destino y la fe. La representación incluye elementos de juego y conflicto entre figuras religiosas, combinando temas de azar, fe y amor en la trama. También en contacto con El pleito del Demonio con la Virgen, de diversos autores, siendo la más común atribución a Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), importante dramaturgo del Siglo de Oro español.

 

El 24 a la noche de Andrés Terigi por Ana Abregú

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde.

El formato de esta obra relaciona tradiciones desde una perspectiva panóptica. El personaje que recibe al público remite a la frase “te voy a contar una de piratas”: la obra comienza con el ingreso del primer espectador, haciendo de este personaje un mediador o “guardián” lúdico del discurso teatral, que introduce al público en un mundo de ficción cargado de significados.

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