che, Nelly, volveremos y seremos millones

“che, Nelly, “volveremos y seremos millones”. Una lectura de “Fiesta del monstruo” borgeano a partir de “Evita vive” de Néstor Perlongher.

César Butera

 

Cuando Borges y Bioy Casares ponen en circulación de modo clandestino “La fiesta del monstruo” (1947), sin aparente intención, sitúan a la única mujer que aparece en el relato en un rol de oyente: “che, Nelly (…)”. Casi veinticinco años después, los tres relatos que componen “Evita vive” (1975) de Néstor Perlongher pueden pensarse como una corroboración del vaticinio peyorativo de ‘La fiesta’[1] mientras la función de la de ser ‘toda oídos’ aparece transformada bajo otro sujeto político y colectivo.



[1] En lo sucesivo señalaremos con las siglas FM el nombre del relato “La fiesta del monstruo”.

 

Ironizar con la frase “Che, Nelly, ‘volveremos y seremos millones’”, pero dicha por una marica, permite intercambiar posiciones e imaginar que aquella mujer que escucha lo narrado ese 17 de octubre sea, en la versión perlongheana, una vecina que acude a la llegada fantasmal de una Evita que cíclicamente se autorreproduce. ‘Volveremos’ dicho por una marica visibiliza la distancia entre una Nelly inmovilizada por el narrador, y otra partícipe de un sujeto colectivo entre lúmpenes drogones y homosexuales que, al intentar apropiarse de otra faceta del mito, constituyen su propia voz. También, en sentido retrospectivo podríamos preguntarnos dónde estaban los quemadores de ensueños y las maricas fálicas cuando el camión-ómnibus repleto de hombres se dirigía a escuchar al monstruo.  

Los supuestos podrían ser muchos más, pero lo que parece menos irrefutable es que tras ese referente en tensión, peronismo, Eva Perón reintroduce una serie de prácticas públicas que transformarán políticamente el vínculo de la mujer con las instituciones. ¿Por qué Nelly se quedó en la casa cuando, en realidad, fueron miles las mujeres que se acercaron a la Plaza? ¿Acaso la apuesta de “Evita vive”[2] no representa una provocación contra un discurso reaccionario, que históricamente[3] se ha percibido amenazado, como si les dijese a sus interpelados?: “¡Fíjense, se quedaron cortos!”.

 

Entre tropos, mitos, y representaciones

Las figuras retóricas, y la risa sobre las que están fundadas ambas textualidades guardan correspondencias con el lugar desde dónde se habla, y con el campo político que se pretende burlar. ¿Por qué la risa producida por el protagonista de FM lo termina invalidando?, y ¿a partir de qué genealogía se instala la imagen de una Eva puta que, a la vez, permite habilitar una voz puto y lumpen?

La corporalidad de quiénes hablan delimitan, políticamente, un afuera y un adentro de lo representado: mientras que en FM la fiesta del personaje se asemeja más a la fiesta de quien lo contempla que a la de su propio ámbito, en EV la representación de los cuerpos se posiciona por dentro, es decir, desde su propia marginalidad: las marcas que provienen de otras esferas, además de la del mito, son las de un discurso reaccionario y antiperonista: el imaginario de una Eva puta, las morbosas marcas del cáncer en la piel, y un implícito prejuicio sobre el que se expande la narrativa, burlándolo.

Toma sentido, entonces, una retórica paulatinamente manipulada desde el afuera, como sesgo de un narrador con impronta patriarcal que ahoga el desplazamiento del protagonista en FM y su ámbito. Mientras que en EV la carnavalización, a partir de una heterogeneidad de elementos, funciona desplazando sentidos cristalizados y unívocos, a partir de un uso disruptivo del lenguaje.

La hipérbole y la metonimia son las figuras centrales que en FM sostienen el funcionamiento de una retórica burlesca contribuyendo a la construcción de un imaginario demonizador, apoyado tras la base de otro discurso operante en la esfera social. Desde el primer desentendido en Tolosa sobre la distribución de unos revólveres, pasando por la quema de un colectivo, hasta la posterior muerte de un judío cerca de Plaza de Mayo, la hipérbole estructura la sintaxis cuyo punto de culminación es el monstruo: connotativamente, el trayecto constituye sólo una parte bestial de esa otra totalidad mayor que representa el monstruo, por otro lado, ausente en el relato. Simultáneamente, la metonimia nos sugiere sin nominalizar ni adjetivar que detrás de la venta de esos revólveres, hay ‘corrupción’; de la quema del colectivo, ‘vandalismo’; y de la pedrada al judío, ‘barbarie’.

La vigencia, y el poder transformador que encarna la figura de Eva en el texto perlongheano también nos plantea una serie de interrogantes en torno a las elipsis del texto bioyborgeano: ¿por qué Eva Perón no entró bajo ningún sentido dentro del relato de la monstruosidad si formó parte de la mitología política de fines de los 40, la idea de que fuera ella quien convocara a los trabajadores para liberar a Perón? ¿Será que detrás de un imaginario cargado de masculinidad no cupo la posibilidad de vincular lo ‘bestial’ con lo femenino, y éste con lo político? Ante las conjeturas, lo que sí se puede inferir es que funciona como una resignificación de un status quo preexistente, sin dejar de manifestar, ante una supuesta ‘barbarie’, una retaguardia política por detrás de lo que se dirime en las arenas de las tensiones sociales.

En cambio, el cuerpo re-aparecido de Evita, en los tres relatos de Perlongher, tiene un poder transformador, porque apropiándose del imaginario del mito toma la voz de sus detractores para construir la propia, en este caso, como enlace de la historia y de nuevos emergentes: las tres escenas sexuales en las que Evita participa, en realidad, están impregnadas por la voz del ‘otro’. Más que el estereotipo ‘puta’, que el narrador integra poniendo su propio cuerpo, lo que esos tres acting advierten son los vínculos entre lo público y lo privado, porque ¿hasta qué punto algo oculto en el ámbito privado toma otros sentidos al recobrar visibilidad y legitimidad desde lo público? Metafóricamente, lo que la narrativa pone de relieve es el fantasma del ‘volver’ en el sentido de nuevas rupturas. Por un lado, porque ese cuerpo re-aparecido ha quedado colectivamente asociado a los ‘descamisados’ como nuevo sujeto político, pero por el otro, proponiendo una suerte de ‘barbarie’ lujuriosa que atente contra la moral burguesa, y que precisamente por ello, de apertura a nuevas voces.

Se entiende, entonces, que la carnavalización de los elementos heterogéneos busque naturalizar una serie de situaciones repudiables, tanto para el campo más retrógrado y conservador, como para el santificador de la imagen de Eva. Esto lo podemos notar desde el primer relato, cuando la marica sorprende a Evita haciéndole oral a su chongo de ocasión. Naturalizar que Eva sea puta, al nivel de la marica, y festejarlo implica, además de reírse de un discurso reinstalado sobre Eva, combatir contra el lenguaje del otro: más que un vaciamiento de sentido ‘puta’ representa un arma contra quienes ostentan el poder de sostener y disciplinar el lenguaje.

Esto se torna más evidente en el segundo relato cuando ella y ‘el que traía la droga’ están a punto de ser detenidos por la policía: el sólo reconocimiento de una verruga sobre el hombro del oficial, por parte de Evita, paraliza el accionar de las fuerzas, a lo que la marica agrega: “Yo aproveché para chuparle la pija a Jaime delante de los canas que no sabían qué hacer, ni dónde meterse.” (id). La carnavalización no sólo vacía de acción a un sentido unívoco del lenguaje, sino que el terror de ‘ese’ fantasma, la amplificación de esa Eva copia, siguiendo la ironía del texto, paraliza los dispositivos que rigen los actos: por eso el narrador protagonista puede chuparle la pija a Jaime, y las fuerzas, permanecer neutrales.

Perlongher al recolocar esta marginalidad lujuriosa al imaginario mítico de Evita inscribe a su narrativa dentro de un campo político cultural en tensión, al  menos desde el Facundo, Martín Fierro, hasta géneros menores como “Sábado de gloria” de Martínez Estrada, o “Cabecita negra” de Rozenmacher, etc., y donde indefectiblemente  FM también subyace como sustrato, porque lo que se pone en juego es la lucha entre lo cristalizado o lo desplazado, entre lo legitimado y lo que aún lucha por su forma.

 

Algunas cuestiones de género

Reducir la poética borgeana a FM implicaría invisibilizar el modo con el que su narrativa representa una original forma de lectura, preanunciando desde la ficción a las teorías del texto estructuralistas, circunstancia que lo instala internacionalmente. Pero esta marginalidad de FM, a diferencia de cómo resuelve estéticamente las tensiones civilización-barbarie, cuando los personajes son arrancados de su marco histórico, sienta posición dentro del armado político cultural respecto de los nuevos emergentes políticos. Encubierto tras el rechazo al peronismo, lo que FM engloba como barbarie, en definitiva, es a la clase obrera argentina, entendiendo que se reinstalaba el pasado: “Vencen los bárbaros, los gauchos vencen” había escrito en julio del 43 en “Poema conjetural”, subrepticiamente sobre este fermento disruptivo (Hernández Arregui 1973: 202).

Paradójicamente, el ‘re-volver’ de Evita en Perlongher, lejos de caer en el pasado, escarba tras ese símbolo la continuidad de una serie de transformaciones entre el poder y la marginalidad, entre lo público y lo privado, porque aun parodiando el mito, lo que procura es continuar tejiendo otras tramas: “Jaime y yo les hicimos (a las mujeres que no llegaron a ver la escena de reaparición de Evita) toda una historieta: ella (Eva) decía que había que drogarse porque se era muy infeliz, y chau, loco, si te quedabas down era imbancable”. La apropiación del relato toma otra dimensión cuando la legitimidad y credibilidad asignada por lo público ha penetrado tras los bordes sociales.

Entre una Nelly alienada por la voz que le hacen reproducir a su marido, y otra absorta ante el consumo de drogas, la autenticidad de lo dicho poco importa cuando se incorporan nuevos eslabones que tiren hacia adelante la trama del mito. Si ahora es Eva la que baja del cielo a buscar sexo, y son las maricas las que le presentan al más fálico (tercer relato), la consigna desde Perlongher “che Nelly, ‘volveremos y seremos millones’” representa la potencialidad de transformar lo abyecto en un arma contra el poder, y lo denigrante en placer.

 

Bibliografía

Borges, Jorge Luis, y Bioy Casares, Adolfo, (2006) “La fiesta del monstruo” en Nuevos cuentos de Bustos Domecq, Ed. Librería La Ciudad, Buenos Aires.

Hernández Arregui, Juan José, (1973), Imperialismo y Cultura, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires

Perlongher, Néstor, “Evita vive”, http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/evita-vive-de-nestor-perlongher, consultado el 30/07/19.

 

La imagen y el diseño es de César Butera

 

 


[1] En lo sucesivo señalaremos con las siglas FM el nombre del relato “La fiesta del monstruo”.

[2] Idem anterior con las siglas EV.

[3] El Payador (1913) de Leopoldo Lugones se produce en el marco de fuertes interpelaciones por parte de anarquistas y marxistas, gran parte extranjeros, que intervienen en el campo político y cultural con el fin de conquistar una serie de derechos que incomodan la sensibilidad de una vieja clase patricia.

 





Ana Abregú.

www.metaliteratura.com.ar

Literatura latinoamericana

    Licenciado en Letras por la UBA, orientación en Letras Modernas: Literatura Argentina y Latinoamericana. Previamente realizó estudios de Música en el Conservatorio de Música Carlos López Buchardo. Desarrolla actividad musical en música académica habiendo participado en producciones del Coro del Teatro Argentino de La Plata, también en MusicaQuantica/Voces de Cámara, y como solista, en presentaciones de música de cámara en diversas salas. Ejerce la docencia como maestro de canto en AMA (Artistas del Musical Argentino).

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Florecidos miles de estallidos

Sergio Ojeda Barías, Berlín. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

[Un libro de Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) es un acontecimiento en este siglo. De Pedazo de mundo (2000) a Tardanza del fuego (2007), Berlin es un libro introspectivo, para celebrar, para transitar entre los poemarios escritos reescribiéndolos. Este poeta chileno crea campos magnéticos en que las palabras vibran y los cuerpos también. Berlin es un libro de la esperanza, de una vida por delante, de una obra como horizonte].

La primera vez que tuve noticias de Sergio Ojeda Barías fue en 2016. Eran mis años de la avidez literaria, tenía varios cuadernos de proyectos de poemas, no conocía a nadie que publicara ni que enloqueciera con la literatura. MAGO Editores publicitaba unos talleres de poesía semanales impartidos por el referido. No recuerdo exactamente el día, pero después de la oficina, tenía esa reunión de poesía, un ese espacio vista Pio Nono (la vereda desde la que estuve mirando por más de un lustro), Piso Diez, como la altura en la que se desarrollaba, fue el nombre que Max González le dio al taller. Recuerdo a otros talleristas, Cristian y Francisco. Nunca más los volví a ver: uno parecía un buen lector de poesía y literatura chilena y el otro trabajaba como captador de clientes en una ISAPRE. Yo había tenido la experiencia de talleres en la SECH (Sociedad de Escritores de Chile), pero estaba lejos de una voz poética (¿lo sigo estando?).

 

 

DRAMATURGIA

El 24 a la noche de Andrés Terigi por Ana Abregú

Dale una máscara y te dirá la verdad.

Oscar Wilde.

El formato de esta obra relaciona tradiciones desde una perspectiva panóptica. El personaje que recibe al público remite a la frase “te voy a contar una de piratas”: la obra comienza con el ingreso del primer espectador, haciendo de este personaje un mediador o “guardián” lúdico del discurso teatral, que introduce al público en un mundo de ficción cargado de significados.

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

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