PIZARNIK: DECIR POR AMOR AL SILENCIO

En 1963, Alejandra Pizarnik (Flora, como se llamaba en realidad o Bluma, apodo de cuando era una niña) se encontraba en París adonde fue buscando el tiempo perdido de los “años locos” o los “roaring 20s”. Volvería un año después, sin haber encontrado ese clima donde las reglas se transgredían a sabiendas, la creatividad brotaba de las esquinas, y la influencia de los movimientos como el surrealismo no podía dejar de notarse.

En el texto “Palabras”, publicado años después en “La gaceta” de Tucumán, ella asocia la espera con el decir. Mientras se espera, se dice, y también se dice por amor al silencio. Silencio que para Pizarnik es el lenguaje de los cuerpos: “Yo hablaba. En mí el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.” En clave derridiana, se podría “deconstruir” la escritura de Pizarnik para mostrar la paradoja: una poesía sobre la imposibilidad de la poesía.

La autora plantea tribulaciones de estirpe universal con la intensidad con la que se plantean los propios. Toda su obra es autorreferencial y trasunta la búsqueda de identidad y, obsesiva e incansable, de afecto: “Buscar no es un verbo sino un vértigo.  No indica acción. No quiere decir el encuentro de alguien ... sino yacer porque alguien no viene”. (Publicado en revista Sur en 1963).

 El texto “Palabras” continúa: “Esto le decía sin estar yo misma enamorada, habiendo solo en mí la voluntad de ser amada por él y no por otro.” En ese pensamiento despótico, cómo es déspota la pasión, hay una ilusión de alivio, la esperanza de ser saciada si se concretan deseos caprichosos, se controlan voluntades ajenas, se calma el propio ardor por el que otro sienta por nosotros. ¿No creemos justo que otro experimente en carne propia el dolor que sentimos? ¿No buscamos decir, expresar, desmenuzar lo inasible de las ideas y los sentimientos? ¿No está en esa búsqueda la literatura? Sin embargo, Pizarnik siempre muestra la contracara, anticipa esa imposibilidad, es que la idea de terminar con el agobio sólo es una enturbiada fantasía: “…nada sucede a medida que la noche se acerca y pasa y nada, nada sucede. Sólo una voz lejanísima, una creencia mágica, una absurda, antigua espera de cosas mejores.”

En “Palabras”, A.P. cita el poema “La mano que firmó el papel” de Dylan Thomas. Pero no está resaltando que “derribó una ciudad” que “cinco dedos soberanos doblaron el globo de muertos” como el poeta galés expresa en su poema, una reflexión sobre el poder político y la violencia, sino que alude a la rapidez y a lo enorme que desencadena un simple gesto: “Hay gestos que me dan en el sexo […] Un rostro que dure lo que una mano escribiendo un nombre en una hoja de papel. Me dio en el sexo. Levitación; me izan; vuelo.”

Sin embargo, se sabe o, al menos, se supone con fuertes evidencias que Pizarnik no llama a “no entrar dócilmente en esa buena noche”, como dice el título de uno de los poemas más conocidos de Thomas, que propone enfurecerse y resistirse a la muerte.

Recién le dije no. Escándalo. Transgresión. Dije no cuando hace meses agonizo de espera…” Aquí quizás la propuesta sacrificial del logro en pos de la renuncia a los deseos que, de todas formas, entendemos que concretarlos, cumplirnos, no cambiará en nada la sensación de condena inevitable. 

 

Otro ejemplo: “Amor mío, dentro de las manos y de los ojos y del sexo bulle la más fiera nostalgia de ángeles, dentro de los gemidos y de los gritos hay un querer lo otro, que no es otro, que no es nada.” (Las uniones posibles; publicado en la revista Sur, 1963).

Un punto de estas obras de Alejandra Pizarnik a las que me quiero referir es el humor. Humor en tanto chiste (con su mecanismo expuesto por Freud), juego de palabras, el humor de lo inesperado y lo absurdo, a lo Macedonio Fernández (fallecido en 1952):

“-¿Quién es usted? Deberíamos presentarnos. //-Madame Lamort –dijo- ¿y usted?// Madame Lamort. //-Su nombre no deja de recordarme algo.-dijo.//- Trate de recordar antes de que llegue el tranvía. // -Pero si acaba de decir que no hay tranvías en París.- dijo. // -No los había cuando lo dije pero nunca se sabe qué va a pasar. // -Entonces, esperémoslo puesto que lo estamos esperando.” (Diálogos)

 

Para terminar, en el breve y exquisito texto “A tiempo y no”, la muerte lleva a visitar a una niña (en ella imaginamos a la chispeante Alejandra) a visitar a una reina loca. Todo el texto exuda comicidad, pero quiero dejarles una frase, la única que pronuncia la muñeca de la nena. Exclama después de escuchar la historia de la reina loca:

“-¡Qé bida! – dijo la muñeca que aún no sabía hablar sin faltas de ortografía.”

 





 

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Literatura latinoamericana

    Médica, lectora fanática desde la infancia, curiosa de las vidas, anécdotas, fantasías y pensamientos ajenos. Publicó varios libros, se encuentran en librerías.

DESTACADOS

¿Puede una IA escribir con la profundidad de un ser humano o hacer literatura?

Llevo días escuchando dos palabras como si fueran un mantra que define a la IA, conceptualmente distorsionados y desemboca en conclusiones equívocas.

Las palabras: algoritmo y probabilidad.

Algunos datos técnicos no vienen mal para acercar la comprensión sobre qué es la IA.

Imaginen tener una agenda, que tiene solapas con el alfabeto (se ven en librerías de papel), hay una búsqueda con ese criterio alfabético. Ahora, dentro de cada letra, otra agenda, de nuevo con la organización alfabética, y dentro de esta otra, y así. Para una búsqueda dentro de esta organización,  igualmente con el criterio de orden alfabético (espero estén advirtiendo la dificultad de recorridos), siempre empezando desde la A y abriéndose camino en las diferentes agendas, unas dentro de otras; un árbol de datos. Esto es un algoritmo que con la velocidad actual de los chips no parece complicado. Sumemos la predicción: la probabilidad que habiendo entrado con una letra, la próxima sea alguna determinada. Por ejemplo, entro con una consonante, hay más probabilidad que la próxima sea una vocal. Con ello empiezo una búsqueda ahorrando entrar por consonantes y con eso reduje el “camino” a 5 vocales. Es un ejemplo algo burdo, pero ilustra las dos palabras: algoritmo y probabilidad. Los algoritmos de búsqueda están muy afinados a raíz de la tecnología blockchain de las Criptos.

PERSONAJES

Los ritos ardientes de Julio Barco por Nicolás López Pérez

En esta presentación, además del material del poeta Julio Barco, convocante, provocativa, inspiradora, destaco el trabajo del escritor, crítico, abogado Nicolás López Pérez, su generocidad lo antecede. Ya tenemos en nuestra revista exhaustivos comentarios sobre la obra de ambos, además de colaboradores desde otros países.

La obra de Julio Barco nunca se despide de la vieja Lima, instaura una actitud permanente de traza del nuevo siglo y el antiguo, con una poética de rememoraciones, melancolía, causas, amores, lugares, una danza procaz apasionada y en estado permanente de exhorbitancia poética con una estrategia de seducción de voz y cuerpo, conseciones al discurso y estética del nuevo y viejo esquema de tributo a su época la Internet.

Leemos a Nicolás Lóepez Pérez, en este trabajo crítico sobre su obra.

 

DRAMATURGIA

Bajo un manto de estrellas de Manuel Puig por Ana Abregú

“Una especie de solidaridad tácita une a los extraviados y a los solitarios”

“Una revolución en las costumbres” en Bye-Bye, Babilonia, crónicas de Nueva York, Londres y París.

 

 

En esta obra se siente “una especie de solidaridad entre extraviados”, “es exactamente como lo imaginé”, se dirá recursivamente en la obra. La frase describe el sino de la época: la educación sentimental  provenía de escuchar la novela radial; el relato se reconfiguraba en el oyente, punto en común entre las clases: la pareja mayor, dueños de estancia; la pareja de misteriosos visitantes, adultos; y la niña de la casa, adoptada; revelan los sueños que nacieron en la era de las telenovelas y su influencia como parte de la penetración cultural que accionan el hecho constructivo del imaginario y los desvíos que propone el foco en la ilusión, en un ambiente endogámico que detona con diversas resonancias. El relato oído alimenta un romanticismo en el que cada personaje fantasea e imagina el objeto del deseo.

 

Las Bingueras de Eurípides de Ana López Segovia por Ana Abregú

Suerte, risas y mucho bingo. ¡Prepárense para gritar '¡Bingo!'! La emoción del dabber.

[Lema popular]

 

Divertida propuesta que remite a diversos estilos teatrales, así como referentes eclécticos.

Dionisia –Mar Bell Vazquez–, mito griego, baja a la tierra; y como el primigenio, se aboca a remover la estructura social conmoviendo la forma tradicional de subyugación de mujeres. Dionisio toma cuerpo de mujer para acompañar el proceso de empoderamiento. Eco entre formatos que se extienden entre géneros de humor basado en la expresividad corporal y diálogo punzante.

(Foto tomada de Internet)

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