ARTÍCULOS

El perdido amor primero

Doce historias integran De hermanos y amigos, libro de cuentos de Haydée Oliva. Doce narraciones que, a pesar de la “advertencia” que la autora da en el prólogo de que escribe para chicos de diez a doce años, no forman parte de un universo fantasioso y están lejos de buscar satisfacer una supuesta inocencia infantil o recomponer la confianza con finales felices.

Memoria y relato

La Historia Crítica de la Literatura Argentina. 

Desde los últimos meses de 1996,  Noé Jitrik  comienza a trabajar en un proyecto de historia de la literatura argentina que le propone la editorial Emecé. Desde el principio la obra está orientada hacia un público lector amplio, pero no difuso.

Modos de leer y escribir: la serie y la diferencia en “Fotos” y “Cartas” de Rodolfo Walsh

Introducción

            Desde su primer libro de cuentos policiales, Variaciones en rojo (1953) hasta ¿Quién mató a Rosendo? (1968) en varios de los relatos de Rodolfo Walsh hay una pregunta que se repite: cómo se lee[1]. En “La aventura de las pruebas de imprenta” este interrogante se materializa en la letra – sinécdoque de la escritura –: “¿es de él [Raimundo] la letra de estas correcciones”? (Walsh, 2013: 35). 



[1] La pregunta por cómo se lee supone que hay un horizonte de ficción, invención, construcciones, relatos, fábulas. Estos aspectos no sólo están presentes en los cuentos de Rodolfo Walsh, sino que también en los libros de denuncia pueden rastrearse intervenciones que indican la existencia de relatos. Por ejemplo, en ¿Quién mató a Rosendo? , Vandor “Ha perfeccionado su relato” (Walsh,2011: 99).

 

Vanguardias sin vanguardismo Sobre el primer gesto literario de Pablo Palacio y Felisberto Hernández

Hablar de los que fueron acallados, obligados a ser clandestinos, tiene un doble sentido de decir: en primer lugar por el lugar, y en segundo lugar por el lugar; porque el lugar es no solo en relación con el tiempo, no solo como espacio de escritura tácita en relación con las formas de decir[1] de la vanguardia de la época –años 20/30 en Latinoamérica- , sino que en este caso presenta un corrimiento como si los ejes cartesianos, en esa ausencia programada de la palabra que estuvo allí escrita, generara la necesidad de otra cruz simétrica, perpendicular y cruel: tiempo y lugar de escritura, y tiempo y lugar de lectura son inconjugables pero no por ser clásicos que sobrepasan los límites de su tiempo, sino porque en su tiempo sobrepasaron los límites de la tolerancia y son recuperados, en otro tiempo y otro espacio, para dar cuenta de ese juego entre el canon y lo otro, lo social y lo literario, la nada existente que se quiere ocultar, y el gesto de ocultamiento en que aparece implícita la realidad que late escrita en esos textos.

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