ARTÍCULOS

che, Nelly, volveremos y seremos millones

“che, Nelly, “volveremos y seremos millones”. Una lectura de “Fiesta del monstruo” borgeano a partir de “Evita vive” de Néstor Perlongher.

César Butera

 

Cuando Borges y Bioy Casares ponen en circulación de modo clandestino “La fiesta del monstruo” (1947), sin aparente intención, sitúan a la única mujer que aparece en el relato en un rol de oyente: “che, Nelly (…)”. Casi veinticinco años después, los tres relatos que componen “Evita vive” (1975) de Néstor Perlongher pueden pensarse como una corroboración del vaticinio peyorativo de ‘La fiesta’[1] mientras la función de la de ser ‘toda oídos’ aparece transformada bajo otro sujeto político y colectivo.



[1] En lo sucesivo señalaremos con las siglas FM el nombre del relato “La fiesta del monstruo”.

 

pero antes: rayarse. Sobre Osvaldo Lamborghini de Miguel Vega Manrique

La frase en verso primero publicar, después escribir se lee abajo del verso en frase Entre el zen y la lotería. Se lee en la segunda parte del fragmento El Cantón de Uri que anda más o menos por la mitad de Poemas 1969-1985 publicado por Literatura Mondadori, edición de 2012, al cuidado de César Aira. También se lee en otras partes. Pero es ahí donde yo la tengo subrayada con lapicera. Además de esas rayitas que pasan bajo las letras, en el margen derecho le clavé un símbolo de mayor que y al lado puse tres signos de exclamación —como si las frases en verso fueran mayores que la exclamación. Esa fue mi primera lectura. La del 2013.

 

HISTORIA DE LA NIÑA QUE SE CONVIRTIÓ EN CICLISTA

Marian era la tercera de cuatro hermanos. Nació en una casa del barrio sur, la zona más empobrecida del pueblo, a tres cuadras del campo. Su padre era el comisario, hijo, a su vez, de otro comisario de la ciudad de Noetinger, que había asegurado la estabilidad y el orden en el periodo de lo que llamaban la “subversión”. Por eso, cada tanto, volvían a esa época de oro, donde, según lo que le contaban a Marian, todo era mejor y no había robos y se respetaban. Aunque ella, en su niñez, presenció varias discusiones entre su padre y abuelo, porque las cosas habían cambiado para mejor, sostenía el hijo, contrariando con todo el clamor a su padre. Sin embargo, como en toda pelea familiar, después de los consabidos enojos y exabruptos, la cosa no pasaba a mayores. El padre de Marian era, a su vez, el primer hermano de cuatro. Toda su adolescencia y carrera policial, la realizó a resguardo de su familia. De hecho, sus primeras intervenciones fueron en compañía de su padre, al que respetaba con solemnidad y admiración, a pesar de las diferencias políticas. Fue en uno de los patrullajes que conoció a Cristina, la madre de Marian.

 

Cuando los globos rojos estallan

A propósito de la novela Padrenuestro de Adriana Pedrolo

 

La crítica al adultocentrismo dominante, sometedor y violento, carece de lugar en las actuales políticas públicas, a pesar de que muchos escritos siguen aportando la voz de los cuerpos sometidos. Es en este contexto de cruel ambiente que la escritora argentina Adriana Pedrolo expone su narrativa para impactarnos como lectores con una trama que desde la primera página nos atrapa.

 

Borges y Concepción Guerrero (1922-1929?) Entre el amor y la melancolía

Carlos García*

“Para mi novia, Concepción Guerrero”

Fervor de Buenos Aires

 

Es una aciaga costumbre de muchos seguidores de Borges interesarse más en su vida privada que en su literatura. Deploro esa preferencia. En mis libros sobre él apenas me ocupé de sus circunstancias personales, salvo que fuera necesario mencionarlas para ubicar en contexto su producción. Los materiales que recogeré en este trabajo sobre la relación entre Jorge Luis Borges y Concepción Guerrero están en mi poder desde mediados de los 90. Si no los publiqué hasta hoy agrupados de esta manera, es porque no deseaba parti­cipar en lo que arriba critiqué. Pero son tantos los despropósitos que en relación con estos temas se propalan, que aspiro a elevar el nivel de la discusión aportando datos fehacientes, registrados en orden cronológico.

 

Desde ángulos imposibles

Sobre Las razones de la sal de Ana Abregú

El amor y la lectura son una comunión desmesurada donde el comienzo es el de la vida, de la historia, de las luces y las sombras, del irreconciliable contacto entre dos para funcionar juntos de alguna manera. Dos personas, dos textualidades, dos libros.

El poema al imprevisto por Nicolás López Pérez

Rodrigo Perea, Postales desde el fin del mundo (2017-2022). Ciudad de México: UNAM, 2023.

 

[Poetas perdidos en la poesía: en su propia poesía. O en la vida que se encarga de poner en desorden las cosas que el poema volverá a juntar en un tiempo imperdible. Este es un libro de vitalidad expresada en un modo elegante, tal vez el de las belles-lettres de nuestros días alocados entre las ciudades y las visiones que se acumulan en nuestras conexiones nerviosas. Un exordio para un autor de nuestro siglo]

 

Las razones de la sal por María Claudia Otsubo

Al azar andamos por los libros como flâneur

 

 

Salgo del mar y con la piel todavía impregnada de salitre me dispongo a finalizar Las razones de la sal, que bien podría haberse escrito aquí, en Imbassaí, la narradora tendida sobre la arena “cargada de sodio y otros minerales de una tierra llamada escritura”. Me reencuentro con su escritura atravesada por otras escrituras, en el universo particular y único de la lectura que me propone –con incertidumbres en el inicio, con plena confianza, luego– Ana Abregú.

 

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